Se conocieron en un cumpleaños, pero ninguno de los dos se acuerda muy bien de ese momento. Se acuerdan, mejor, de cuando Jackie estaba siendo profesora de un diplomado en Corona (donde trabaja Daniel) y él llegó tarde. Punto para no olvidarlo, porque a ella no le gustan las personas incumplidas. Y, sin embargo, esa vibración que se genera cuando dos se atraen, surgió ese día. Ella lo sintió. Él también. Desde entonces, la fascinación por la música (él baterista, ella tocó saxofón de pequeña), el rock, los nuevos sabores, los viajes, el tiempo en familia, las estrellas y el universo, los fueron acercando, los fueron haciendo felices, los fueron convirtiendo en Curry+Croissant, como se dicen de cariño. Ella Curry, él Crosisant.
EL PRINCIPITO Y AMÉLIE
Jackie cree tanto en las estrellas como en el amor. Cree en el universo, en los planetas. Tiene una app, Starwalk, que consulta como una científica para ver los nombres, sus ubicaciones en el cielo. Daniel, que estuvo en India un tiempo, cree en la meditación. De tantas películas que suelen ver los domingos, la que más le sigue gustando a ella es Amélie y de todos los libros, elige El Principito. De tantas personas con las que se cruzó —y se ha cruzado— siente que poco a poco empieza a encontrar a su verdadera gente, a su conexión en la tierra: la de él, es ella.
Llevaban seis meses de novios cuando Daniel le pidió ayuda a Jackie en el lanzamiento de la nueva colección de vajillas Cosmos. Quiero que me acompañes a ver el lugar, a pensar en los detalles, a que me digas qué te parece. La citó, por calendario, el lunes 18 de febrero a las seis de la tarde en El Planetario. Llegaron allá y todo parecía un encuentro casual de trabajo. Ángel, quien supuestamente los estaba ayudando con toda la logística, los llevó hasta el domo. Vieron De la Tierra a las Estrellas, una película que proyectaron y aunque Jackie no entendía mucho, ya lo entendería después: Daniel sacó una caja grande mientras la película se convirtió en un video con frases de El Principito y de fondo la canción de Amélie. Al final, una pregunta: Do you wannas to be Curry and Croissant forever? ¿Dónde se pone este anillo? Fue la respuesta inmediata de ella, después hubo lágrimas en medio de All of me, la canción que él le había prometido el día que le pidiera matrimonio. Hubo sonrisas grandes cuando descubrió que la sorpresa incluía una cajita de música con El Principito girando y Amélie sonando. Hubo complicidad, por confirmar que el universo, las estrellas, los planetas, se alinearon y los juntaron.
LA HISTORIA DE TRES RITUALES
Recordar un día que se pareciera a ellos. Esa fue la inspiración, el concepto, la motivación. Conectarse por medio de las energías, las creencias, las religiones, los mantras que, al final, son las vibraciones del universo. Entonces, fueron tres momentos. Tres, porque es un número divino, un número sagrado, un número especial en todas las religiones. Tres, para unir mente, cuerpo, alma. Quisieron que fueran el mismo día porque lo eligieron a propósito: aquel en el que los planetas que los rigen estuvieran alineados. Aquel en el que la energía estuviera despejada, limpia.
La primera señal (porque ellos siempre están leyendo al universo de esa manera) fue la del padre Luis Carlos. Él, misionero por el mundo, amigo de la familia de Jackie, estaba en África. Quién sabe si para la fecha del matrimonio estaría en Medellín. Entonces, los dos pensaban viajar hasta donde estuviera. Por fortuna, para el 30 de junio, Luis Carlos coincidiría en la ciudad.
El día anterior, cada uno (que ya vivían solos) se fue para la casa de los papás. Querían conservar esa tradición, sentir de nuevo el cariño de hogar, salir con el amor de siempre para llegar a esa nueva etapa con energía legítima.
Más allá de una ceremonia católica, porque ella cree en los ángeles, él en Jesús, crecieron dentro de familias creyentes… Más allá de una ceremonia católica, porque sí, hubo lecturas, hubo bendición de anillos, fue una conversación de Luis Carlos con Jackie. De Luis Carlos con Daniel. De la hermana de ella (la madrina), del mejor amigo de él (el padrino), del papá de ella, de la mamá de él, de los hermanos de él con ellos. O mejor, hacia ellos: les hablaron del amor que notaban cuando estaban juntos, del futuro dichoso que les esperaba si seguían queriéndose de la manera en que sabían hacerlo.
Fue corta, de 20 minutos, suficientes para recolectar el cariño de sus más cercanos y recordar que el amor tiene la habilidad de ensancharse como un cielo estrellado.
Eligieron una hora donde las energías estuvieran despiertas, despejadas. Un domingo por ser el día del Sol, de la familia. Un 30 de junio, por ser la fecha en la que los planetas que los rigen estaban alineados, donde la energía (después de haber pasado el solsticio) estaba reacomodada, generando nuevas y potentes conexiones.
Esta vez, la ceremonia la orientó Sebastián, un amigo de Daniel que es astrólogo y profesor de meditación. Fue un ritual védico y astrológico. Védico, haciendo alusión a esa creencia que tienen Jackie y Daniel de que sus almas del antepasado se reencontraron en este presente. Astrológico, porque la energía de los planetas fue testigo de esa unión.
El glamping de Palau era ideal por tener esa forma cónica, piramidal que termina siendo la representación de llevar la energía hacia el cielo. Primero entró Jackie, con el pie derecho. Después, Daniel. De fondo se escuchaba música de alta frecuencia, aquellas melodías que ecualizan el ambiente, las corrientes anímicas. Se sentaron dentro del círculo que Sebastián había hecho de flores rojas, blancas y naranjas (los colores precisos para una energía pura)
Eran siete (porque los números impares expanden la energía y la comunicación): Sebastián, Ana (la fotógrafa), la hermana de Jackie, su sobrina, el hermano de Daniel y ellos dos. La ceremonia, entonces, comenzó con un rezo en sánscrito que llamaba a los seres iluminados (dioses y divinidades) para que se unieran y los acompañaran. Mientras hacían esta oración, el fuego (que no había querido prender mucho) comenzó a subir y entonces, todo estuvo completo. La intención con esta ceremonia era dedicar varias ofrendas a los dioses y pedirles porque ese amor estuviera acompañado de energía, luz, prosperidad, sabiduría. Dentro de ese círculo en el que estaban Jackie y Daniel, también pusieron los elementos que purificaron con agua:
- Fuego (semidiós agní-devata): cuando se invita al fuego es la manera de hacer portal con los planos celestiales, invitar a aquellas energías divinas para que estén presentes y sean testigos. Hace que el matrimonio tenga fuerza, poder.
- Arroz rosado: significa la esencia de la vida. Representa la fortuna material y espiritual.
- Flores: simbolizan la belleza, la armonía, la plenitud, la atracción mutua.
- Ghee (mantequilla clarificada): es la ofrenda más sagrada que se le hace a los devas (deidades benévolas).
- Frutas: representan la nutrición, la vitalidad para conformar una familia.
- Burka y chalina: el lazo indestructible que los une.
Después de las ofrendas, le dieron siete vueltas al círculo (una por cada persona presente) mientras recitaban un mantra de conexión como una analogía al nuevo camino, al nuevo andar. Volvieron a sentarse, esta vez Jackie al lado derecho de Daniel, el lado más próximo de su corazón, para que así en el momento en que Sebastián les bendijera los anillos estuvieran más cercanos, más pares. Entonces, cuando la energía estaba en su punto más profundo, él le puso una burka y ella una chalina, como símbolo de unión, de protección, de refugio. Vinieron los rezos y los mantras del final y también, el arroz lanzado por los demás para la prosperidad, la abundancia.
Eran siete, dijimos, pero en realidad eran nueve. Porque la hermana de Jackie les tenía de sorpresa dos relicarios: uno con la foto de la mamá de ella y otro con la foto del papá de él. Ahí estuvieron, desde el universo donde se encuentren, desde el cielo donde estén, enviándoles las energías más poderosas que existen y trascienden en tiempo y espacio: las del amor de un papá, de una mamá.
Si hubo un hilo conductor en esta celebración, ese fue la música. Daniel entró con su mamá y de fondo los violines tocaron Another Brick in the Wall, de Pink Floyd. Ella entró con su papá mientras sonaba el vals de Amélie.
Este último ritual, al que asistieron todos los invitados, lo armaron entre Daniel, el padre Luis Carlos y Jackie. Fue una mezcla entre lo católico y lo africano. Quizás, agradeciéndole a la vida por esa casualidad de que Luis Carlos pudiera estar presente. Se hicieron algunas lecturas sobre el matrimonio, sobre el amor. Se hizo una mini ceremonia de la luz donde el papá de ella y la mamá de él les transfirieron su luz, su sabiduría y por cosas inexplicables, quién sabe, cuando el velón de ellos (de Jackie y Daniel) se prendió; los demás se apagaron. El universo a veces habla: la fuerza de varias luces se funde en una sola para brillar mejor.
Después, la ceremonia tomó forma de conversación: habló el cuñado de Jackie, el mejor amigo de Daniel, la tía de ella y de nuevo, los papás. Palabras para guardar como consejos, como mantras, como decisiones. Finalmente, Luis Carlos, el padre, explicó que en África —a diferencia de otras culturas— las parejas son elegidas por la afinidad de sus almas, de sus espíritus, y en los matrimonios se suelen intercambiar pulseras. Entonces, en honor a esa decisión de elegirse el uno al otro como reflejo propio, hicieron lo mismo: él se quedó con la pulsera amarilla de ella (que representa la riqueza, la abundancia) y ella con la azul de él (que significa tranquilidad, seguridad).
Aquella ceremonia católica-africana fue el cierre de las demás. Con Viva la Vida de Coldplay de fondo, aquel ritual les recordaría que se quisieron unir porque creen en el poder de sus energías conectadas, en las afinidades del alma y, sobre todo, en eso que trasciende en cualquier universo: el amor.
OTROS DETALLES
Si hubo un hilo conductor en esta celebración, ese fue la música. Las invitaciones fueron Lp´s. Los marcadores de mesa, también. La hora loca fue de rock. En Spotify crearon una playlist llamada Curry & Croissant y la sorpresa de la noche fue verlos a los dos en el escenario después de que ensayaran muchas noches, muchos días, muchas horas: él con la caja y ella cantando Para Siempre, de Kanny García.
No hubo muchos postres, pero sí crispetas y la vajilla fue la de la colección Cosmos.
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Tomamos prestadas las palabras de Silvio Rodríguez para desearles a ustedes, Jackie y Daniel, que sigan coincidiendo en todos los presentes que alcancen a vivir y sus almas se sigan buscando, se sigan encontrando. En el tiempo. En el espacio. En cualquier universo.
Entonces, fueron tres momentos. Tres, porque es un número divino, un número sagrado, un número especial en todas las religiones. Tres, para unir mente, cuerpo, alma
CRÉDITOS
LUGAR: Palau - Wink. WEDDING PLANNER: Alihadas. FOTOGRAFÍA Y VIDEO: Más que 1000 palabras. VESTIDO, ZAPATOS Y ACCESORIOS DE LA NOVIA: Alado. MAQUILLAJE Y PEINADO: Blanquita García. TRAJE Y ZAPATOS DEL NOVIO: Alado. DECORACIÓN Y RAMO: Wink – Palau. COMIDA: Fenicia. POSTRES: Vale Picar. ANILLOS: Víctor Londoño. VESTIDOS PAJECITOS: Arturo Calle / Off Corss. MÚSICA: La Real Banda / Dj Chazz / Violines (Laura Castrillón). FLORES: Flores La Victoria. OTROS: Milla Extra Meseros.
(57) 315 383 6348 + (57) 310 549 0848 info@lalibretamorada.com
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