Otra vez sí, diez años después

Apuntes

Miguel siempre le decía a Caro -creadora de Cake Home- que cuando cumplieran 10 años se casaran otra vez. A Caro le robaron la argolla y la respuesta de Miguel fue: “Cuando cumplamos 10 años, te doy otra”. Él lo expresaba en serio, con ilusión; pero a ella, el hecho de pensar en una ceremonia, en invitados, en todo lo que implicaba organizar una renovación de votos, le espantaba el entusiasmo.

Para entender qué había detrás del deseo de Miguel hay que ir al pasado. 2007. Tenían planeado casarse por lo civil, un sábado, en la terracita de un hotel; celebrar con un brindis, algo sencillo. “Un día antes me llamó el notario, un amigo nuestro, para avisarme que lo habían citado a una reunión del gremio el fin de semana. –Caro, no te puedo casar mañana. Pero ya todo está listo, venite para la notaría. Yo le dije a Miguel: vamos, hacemos lo legal, y mañana el brindis y la fiesta, como estaba planeado”.

Cuenta Caro que Miguel, que en la semana usa traje formal y solo los viernes pantalón y camisa casuales, ese día llegó a la notaría impecable, estrenando de pies a cabeza. “¿Y tú por qué te viniste así?”, le preguntó ella. “Porque me voy a casar”, respondió él. “A mí se me arrugó el corazón, pero ya no había nada qué hacer –confiesa Caro–. Era el día antes del matrimonio, yo apenas estaba en proceso de arreglarme y me fui de pelo cogido, uñas sin pintar, sin maquillaje, de bluyín y camiseta… Yo pensé además que una ceremonia civil no era bonita, pero la oficina de la notaría estaba linda, el notario habló divino, me preguntó dónde estaban mis hijos, los papás… ¡Los testigos fueron las secretarias!”. El deseo de Miguel, comprendió después Caro, era porque a él le quedó faltando ese momento especial de la ceremonia. Y cómo negárselo, al hombre que hizo suyos sus hijos, al que le dio significado a la palabra familia, al hombre con el que construyó un hogar.

Así fue como un viaje de negocios de Miguel a Las Vegas se transformó en paseo familiar y en el pretexto perfecto para renovar los votos. Dani, hija de Caro, entendió que la ocasión ameritaba un tono alejado de esa idea extravagante (léase loca o mañé) que se tiene de casarse en la “ciudad del pecado”; eso sí, sin que dejara de ser una experiencia muy divertida para todos. Para Caro y Miguel, para su hermano Juan Pablo, para ella y su novio Daniel –de Agustín Bedoya Fotografía–.

Todos hicieron de todo. Dani actuó como wedding planner: buscó una capilla sencilla en Las Vegas, acompañó a su mamá a diseñarse un vestido -lindo y fluido- en Alado, asesoró a Miguel en la compra de los anillos y se encargó también del maquillaje y el peinado; Dani, su novio, se soñó las fotos en un desierto, le dio al video su sello y, aunque suene increíble, fue el autor del yugo; Juan Pablo, el hermano mayor, cumplió funciones de chofer y tuvo la importante tarea de entrar a Caro, su mamá, hasta el altar. Fue el momento esperado: marcha nupcial, lectura de los votos, lágrimas de emoción y hasta risas de escuchar al gringo que ofició la ceremonia hablar (muy regular) español y pronunciar la frase: “Los declaro marido y esposa”. Por supuesto, no podían terminar el día sin ese toque extravagante que inspira la ciudad de las luces y los casinos: un brindis con champaña en las Fuentes del Bellagio, desafiando con sonrisas y buena compañía, una muy fría noche de invierno, el noviembre pasado.

Esta no es otra loca historia de “lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas”. No. Esta vez lo que pasó en Las Vegas se quedó para siempre en los corazones de Caro y Miguel, en el corazón de toda su familia.

PD: Al mejor estilo de los finales de ¿Qué pasó ayer?, les dejamos las fotos y un video (lleguen hasta abajo, por favor) con las pruebas de ese sí, dicho otra vez, diez años después.

Fotos y video: Daniel Bedoya.

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