El desierto no olvida que antes fue océano y el corazón no olvida cómo amar.
Para casarse no se tiene que andar en línea recta, a veces solo basta con escuchar desde adentro y dejar que la esencia construya el camino, los caminos. Ya se han celebrado muchísimas bodas gigantes, extravagantes, ¿por qué no explorar algo más íntimo y lleno de significado? ¿Por qué no visitar un lugar soñado para que se vuelva real en manos del amor? ¿Por qué no ser testigos, con cámara en mano, de una apuesta diferente?
Para que el deseo no se quedara en estrella fugaz, Juli Franco, @magicjulifranco, decidió tomar la iniciativa y buscar a una pareja real que le ayudara a inmortalizar, a través de fotografías, la belleza que habita en la espontaneidad. Y la encontró.
LA PAREJA
Desde el inicio, Mónica y Sebastián han sido ajenos a la palabra “plan”. Se conocieron en un parche de amigos en Bogotá. Ella vivía en la ciudad y él en Medellín, pero estaba de paso por trabajo. En ese entonces, Moni era víctima de una tusa y resolvió que esa noche Sebastián haría el papel de confidente. Ella le contó toda su historia; después de esa reunión siguieron hablando de vez en cuando.
Se vieron un año después cuando él la invitó a un concierto. La química se abrió paso entre la multitud y el volumen de la música. Sin embargo, esa noche no pasó nada; los dos tenían pareja en ese momento y decidieron que la forma correcta de alimentar la chispa, era terminar sus relaciones para iniciar algo desde cero.
Por fin se hicieron novios —Sebas tuvo que esforzarse demasiado para ganar por completo el corazón de Moni— y cinco meses después, se fueron a vivir juntos. No se programó una reunión seria para escoger el color de las vajillas, nadie tuvo que elegir entre persianas o cortinas, tampoco se pensó en la medida de las sábanas. No había un proyecto, había una necesidad: la urgencia de encontrar un lugar para vivir y un presupuesto bajito para aquella época. Entonces, “juntaron superpoderes”, como explica él, y de ello, eventualmente, solo pudo quedar una supercasa.
¿CÓMO SON?
Mónica y Sebastián son dos lados diferentes de un mismo casete. Los inicios encuentran a Moni en su timidez, pero el paso del tiempo y la confianza la animan a ser ella misma plenamente. Piensa y siente muy puro. Es sensible y leal con su entorno. Su belleza es una proyección de todas las cosas que lleva dentro. Sebas, por su parte, es rumbero, extrovertido, y no tendría problema en hacerse amigo de un árbol. Es amplio, amoroso, familiar. Tiene ese don de hacer sentir bien a todo el mundo y la disposición de decirle sí a todo. Es estudioso, memoriza muy rápido la información que hay en los libros. De todos estos años leyendo sus pasos junto a Mónica, ha aprendido a que no se acabe el día sin que se hayan hecho sonreír al menos una vez.
Ella modela, él es piloto. Cuando ambos tienen los pies en la tierra, no dejan de aprovechar, como lo han hecho desde el inicio, las coincidencias. Se encuentran para explorar con los oídos y la boca: asisten a festivales de música en todo el mundo y recorren lugares en busca de restaurantes y comida nueva.
ELECCIÓN NO ES LA PALABRA
Para los años, para la compañía, el número once parece un gigante. Para ellos, los años se parecen a ese momento que se repasa alguna vez en el colegio: te sientas en un carro que se mueve y ves cómo pasan otros carros muchísimo más rápido, aunque vayan a la misma velocidad. El tiempo de él y ella se ha movido de una forma tan amable, que no parece tanto, no parece mucho, nunca es demasiado.
Ninguno de los dos cree estar eligiendo nada. Mónica solo siente cómo crece cada vez más su admiración hacia Sebastián. Cuando él la ve a ella, cuando están lejos, siente siempre lo mismo, la magia sigue ahí. Nunca se han ido las ganas de sentirla, de escucharla, de mirar su sonrisa, de seguir construyendo cosas juntos. Si se cumplen deseos en la lista, existe la satisfacción de haber logrado algo, pero también la motivación para seguir soñando sobre la superficie de un papel que nunca se acabe.
LA RENOVACIÓN
Hace cinco años se casaron en la playa, hicieron un festival. Invitaron a sus amigos y familia a hospedarse varios días en un hotel. Fue algo parecido a unas vacaciones matrimoniales. Para la ceremonia, hicieron un ritual con fuego y arena. Los votos de Moni fueron muy emocionales, mientras que Sebastián quiso explorar un lado cómico.
No tenían planeada una renovación, hasta que Juli llamó la llamó a ella y le propuso la idea de la editorial. Entonces, como si así sucediera con todo en presencia de Sebas y Moni, las cosas encajaron. Celebrar cinco años de matrimonio en una sesión de fotos que fuera más allá. Juli habló con su tía para que se encargara del ritual.
Para volver a pasar sobre el amor, para recoger los recuerdos y mirarlos con ganas de hacer más, para capturar la naturalidad, lo pequeño y lo entrañable, el Desierto de la Tatacoa tenía que ser el lugar. Cuando llegó el día, se encontraron con el maravilloso recurso de la improvisación, y la entrega de Juli, junto a su equipo, su tía, y su pareja invitada, logró sortear todo como si se hubiese planeado meses atrás. Todos propusieron ideas para peinado y maquillaje, todos pensaron por fuera de sus labores.
La ropa para la sesión fue muy tranquila y bohemia. Juli, que ya había trabajado con Mónica, tenía tres opciones de vestidos. Ella escogió el que más le gustó. Para Sebas, el vestuario fue una elección colectiva, definieron qué podría y qué podría no funcionar. Del esfuerzo y las horas surgieron nuevos amigos y conexiones a pesar de que parecía que estaban aislados de todo.
El amor se mueve a cualquier temperatura: la decoración, que fue tarea de todo el equipo bajo el sol, se fundió con el desierto. Los colores dorados, tierra y el blanco, parecían una formación que el tiempo había esculpido. La belleza de lo simple caminaba entre el macramé, las telas y los muebles.
La comida también jugó a imitar la atmósfera. Así como los cactus crecen verdes y florecen entre la monocromía, Eli, la chef, decidió que los platos blancos y su tabla de quesos fueran el fondo, un lienzo limpio para mover muchos tonos de luz.
El momento de la renovación fue casi del todo opuesto al de la boda, pero hubo un lugar común: el amor. Cris, la tía de Juli, hizo un ritual de lazos, pintura y agua. Los envolvió la intimidad, y aunque esta vez el foco fueron ellos, todo el equipo se involucró en un instante espiritual muy significativo. Cada quien, a su manera, desde adentro, supo transformar el calor, el bochorno que rodeaba el aire, en la palabra calidez.
Los votos de la celebración no se salvaron del juego de opuestos. En ese instante, Moni quiso ser divertida, y Sebas eligió la seriedad. Ella, amiga de la repetición, le recordó cinco veces lo mucho que él le encanta. Él, que percibe la vida desde los viajes y las llegadas, le confirmó que caminar siempre junto a ella es el destino que le regaló la vida.
El amor no es serio, no es impecable. Sobre el amor salpican el sol, la risa y la champaña. ¿Y qué es una boda, sino un espejo del amor?
Sebas y Moni: que nunca se agoten las coincidencias, y que la vida los siga poniendo siempre al lado del otro.
Gracias a quienes ayudaron a hacer realidad esta historia:
El desierto no olvida que antes fue un océano, y el corazón no olvida cómo amar
(57) 315 383 6348 + (57) 310 549 0848 info@lalibretamorada.com
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Ivonne Rivas 17-05-2023 19:05
De ensueño esa renovación ! Hermosos moni y sebas Dios bendiga esa unión siempre
Ivonne Rivas 17-05-2023 19:05
De ensueño esa renovación ! Hermosos moni y sebas Dios bendiga esa unión siempre
Ivonne Rivas 17-05-2023 19:05
De ensueño esa renovación ! Hermosos moni y sebas Dios bendiga esa unión siempre