Dos hermanas que dieron el sí el mismo año

Apuntes

Dice Mercedes Sosa en una canción que canta con Cerati que aunque tarde en llegar, al final siempre hay recompensa. Ana Cristina y Álvaro esperaron siete años y por fin, nació Patricia. Un año después, llegó Juliana. La recompensa. El regalo. El amor. La razón. El motivo. Todo eso y, además, la vida misma. Fueron como gemelas; siempre juntas, incluso en el cumpleaños: 15 de septiembre.

Patricia, más al papá: tranquila, descomplicada, un par de tenis y una camiseta bastan. Los accesorios no son lo suyo. Directa, sin rodeos, de estilo simple. Juliana, más a la mamá: extrovertida, elocuente, abierta, con un gusto grande por la moda. Cariñosa, expresiva. Son —y han sido— más amigas que hermanas y dentro de esa afirmación, está la palabra incondicional escrita para siempre. Han vivido todos los momentos estando una al lado de la otra: el colegio, la universidad, el intercambio, la vida en Barcelona un año, los amigos, la familia. Y el matrimonio. Estas dos hermanas, que son como almas gemelas, se casaron el mismo año. Patricia en junio, Juliana en diciembre. 2018 fue un tiempo dichoso para la familia Jaramillo Hernández.

LAS PROPUESTAS

Juliana y Alejandro han estado doce años juntos. Se conocieron cuando ella estaba en once, en el colegio, y desde entonces, le han apostado a un amor que ha sabido esperar, ser en la distancia. Él es tenista y por su profesión viaja mucho. Sin embargo, siempre hubo tiempo para un abrazo, una celebración, un estamos juntos a pesar de los kilómetros. Siempre hubo tiempo, porque siempre hubo amor.

El 24 de diciembre de 2017, las dos familias (la de Alejandro y la de Juliana) se reunieron para celebrar Navidad. Después de comer, de rezar la novena, de cantar villancicos, de abrir regalos, Alejandro le entregó una última caja a Juliana. Esa caja —a diferencia del iPhone que ella creía—, traía la promesa de una vida juntos: el anillo hecho con los diamantes de la abuela de él, el regalo más significativo y trascendental. En los recuerdos filmados por la mamá de él quedaron los gritos de sorpresa de Juliana, los abrazos de todos, los nervios y la alegría del novio, la champaña para brindar, el amor que no se explica en palabras.

Patricia y Martín se conocen hace muchísimos años. Los dos sabían del otro, tenían amigos en común. En esas vueltas que la vida —a propósito— decide dar, se reencontraron. Seis años y medio llevan juntos. También han sido compañeros cercanos entre tanta distancia: Martín es piloto. Más que una prueba, ha sido un amor sereno, tranquilo, de confianza. Ha sido un amor que sabe a calma.

Patricia nunca se imaginó en un vestido de novia, en una fiesta, casándose. Si algún día me das un anillo, que sea de coco, le decía a Martín. El 15 de febrero de 2018, después de varias copas de champaña, en un kioskito solo para ellos de una isla cerca a Cartagena, el mesero llegó con un coco partido a la mitad; cuando lo destapó había un anillo: que sí, le dijo Patricia y lloró tanto que se le olvidaron todas las veces que le había dicho que no quería casarse.

DE HERMANA A HERMANA

Juliana quería ceremonia religiosa, fiesta, vestido. Siempre lo tuvo claro. Patricia quería un matrimonio íntimo, de diez personas, en la playa, con una túnica. Juliana reservó Casa Bali para el 1 de diciembre de 2018, Patricia llamó a varias playas de Colombia y con el tiempo, empezó a darse cuenta de que no era tan sencillo como creía. Mientras pensaba en otra opción —un picnic, por ejemplo— llegaron a De Novia a Novia. Dos hermanas con la mamá. Dos matrimonios. Dos personalidades. Dos estilos. Juliana eligió cuatro vestidos y su mamá, un quinto. Patricia los vio todos, uno por uno y en ninguno vio la túnica que quería.

Pocas veces falla la intuición. Casi nunca la de una mamá. Ese quinto vestido que Ana Cristina descubrió fue el “este es” de Juliana. De nuevo la intuición, esta vez de Mari Ramírez, creadora de esta Libreta, y su socia Ale Aranzazu, que fueron novias, que conocen tantas, que quieren ver ojos brillantes y sonrisas amplias, tampoco falló: tenían el vestido exacto para Patricia. No tuvo que medirse más. Y como siempre, conectadas por algún hilo, Andrés Pajón era el artista que había detrás de los dos vestidos. Tan diferentes, tan definidos, tan distante el uno del otro, tan especiales ambos, tan certeros para cada una. Había que celebrar, por supuesto, que dos hermanas, las Jaramillo Hernández, se casaban el mismo año. Que a dos hermanas, Patricia y Juliana, la vida insistiera en sincronizarlas más. Varias copas de champaña para brindar porque ese De Novia a Novia se había convertido en un De Hermana a Hermana, en una fiesta espontánea. ¡Salud! Dijeron todas.

CELEBRAR QUE SIEMPRE SEREMOS CUATRO

El vestido había encontrado a Patricia —y no al contrario—. Entonces, había que hacerle una fiesta. Esta historia, que tiene tantos matices de felicidad, se torna más, mucho más bonita: Álvaro y Ana Cristina se unieron como los buenos papás que han sabido ser, como los acompañantes eternos, como el equipo que las respalda con abrazos y risas. Fueron ellos dos, más que nadie, los que se encargaron de que los días encajaran. Iban y venían, llamaban, reservaban, probaban, acompañaban, apoyaban, animaban, lloraban, volvían a abrazar. Álvaro, Ana Cristina, Patricia y Juliana. Los cuatro juntos, planeando y armando dos de los días más emotivos de la historia de esta familia. Álvaro se encargaba de cada número nuevo que ingresaba al Excel; de sumar aquí y restar allí. Ana Cristina, del papeleo para que el padre Pedro Justo las casara. Patricia y Juliana de seguir alineadas, de saber que aunque se casaran en el mismo lugar, el mismo año, con la misma familia, cada una tendría su manera de celebrar, de ser feliz.

Con tantos ires y venires, tanto estrés cuando el tiempo apremia, tanta ansiedad y tantos pendientes, hay una certeza que siempre estuvo en el aire: la mayor celebración para toda la vida son ellos. La fortuna es saber que aunque cada una decida un rumbo, siempre serán una familia de cuatro.

CASA BALI, 10 DE JUNIO DE 2018 / CASA BALI, 1 DE DICIEMBRE DE 2018

Para la ceremonia, Patricia prefirió sillas y pinos altos como decoración. Juliana usó bancas y velones blancos. Las dos se casaron en aquel lugar de Casa Bali, en Zona E, que evoca una playa.

El ambiente de la fiesta de Patricia y Martín fue mucho más verde, de naturaleza viva, suculentas, troncos, follaje, cactus, materas. Un estilo desestructurado, que sugería la esencia de ella. El de Juliana y Alejandro, más romántico; con flores blancas, luces, velas. También un poco de follaje verde y un saxofón para empezar a celebrar.

Patricia, pollo. Juliana, carne. Patricia, tortas (de pistacho, de novia y de chocolate). Juliana, mesa de postres (de Molín Repostería). Una hora loca de neón para Patricia. Un poco de Bohemian Rhapsody para Juliana. 160 invitados en cada matrimonio. El mismo dj: José Vargas. La misma wedding day, Natalia Zapata. Para las dos, aretas y tocado de Zawadzky. Las peinó y maquilló Paula Restrepo, la de toda la vida. Los zapatos que usaron fueron de Misha. Juliana se fue para Tulum una semana. Patricia viajó durante un mes por Estambul, Capadoccia, Barcelona, la costa sur de Francia y Mónaco.

La vida ha insistido en tenerlas cerquita. En verlas compartiendo más que dos apellidos. Nos damos cuenta de que a esta historia le empiezan a sobrar las palabras porque existe algún tipo de encanto místico. Nos queda por decirles, entonces, que cuando la felicidad pertenece a dos personas termina por pertenecer a muchas más. Y ese lugar, donde todos los que quieres sonríen porque tú sonríes, tiene que ser el paraíso.

Había que celebrar, por supuesto, que dos hermanas, las Jaramillo Hernández, se casaban el mismo año. Que a dos hermanas, Patricia y Juliana, la vida insistiera en sincronizarlas más

PATRICIA + MARTÍN

Fotos: Verónica Ramírez para Valeria Duque Fotografía.
La mayor celebración para toda la vida son ellos. La fortuna es saber que aunque cada una decida un rumbo, siempre serán una familia de cuatro
Patricia, más al papá: tranquila, descomplicada, un par de tenis y una camiseta bastan. Los accesorios no son lo suyo. Directa, sin rodeos, de estilo simple
El ambiente de la fiesta de Patricia y Martín fue mucho más verde, de naturaleza viva, suculentas, troncos, follaje, cactus, materas. Un estilo desestructurado, que sugería la esencia de ella
Y como siempre, conectadas por algún hilo, Andrés Pajón era el artista que había detrás de los dos vestidos

JULIANA + ALEJANDRO

Fotos: Juan Cartagena.
Juliana, más a la mamá: extrovertida, elocuente, abierta, con un gusto grande por la moda. Cariñosa, expresiva
El matri de Juliana y Alejandro fue más romántico; con flores blancas, luces, velas. También un poco de follaje verde y un saxofón para empezar a celebrar
ESTE TEXTO FUE ESCRITO POR JULI LONDOÑO PARA LLM.
(EN INSTAGRAM LA ENCUENTRAN COMO @CARECOCO). HERMANA DE PABLO, DE SANTIAGO, DE FELIPE. PERIODISTA, ENAMORADA DE LAS LETRAS HECHAS LIBROS, HISTORIAS, VIAJES, CANCIONES DE SABINA. SU FIRMA TIENE –SIEMPRE– UN ESPACIO EN LAS PÁGINAS DE ESTA LIBRETA MORADA.

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