Andrés y Felipe se la jugaron con su talento. Lo que empezó como un proyecto de grado, se convirtió, con una buena dosis de esfuerzo, constancia y superación, en una marca con identidad propia, con un ADN definido. Piezas que exaltan la feminidad de la mujer, que hablan de noche, de fiesta, de un lujo portable, de nuestra cultura, de la belleza latina. Lucirlas es sentirse poderosas, glamurosas y sexys. Es no pasar desapercibidas, es llamar la atención. Es ser dueñas de un exihibicionismo que no se grita. Se susurra.

Una sensacion de galería aparece al entrar a su tienda. No hay nada adherido a las paredes, todo se puede mover. Espacios depurados, buena iluminación y sus colores icónicos: crema, negro y dorado. El verde, siempre importante, aparece en forma de jardín. Un lugar que se siente acogedor, como estar en casa.

El segundo piso conserva los muebles que cuentan historias pasadas de recorridos por anticuarios de la ciudad. La intención de vivir una experiencia en dos momentos es clara. Abajo, una colección prét a porter, lista para llevar.

Arriba, la posibilidad de vivir una experiencia de diseño a la medida, para invitadas y para novias. Algo propio, algo que solo me sirve a mí. Una creación sobre el cuerpo, la posibilidad de sentirse única. Una inversión.

Siempre cercanos con la gente. Amigos y socios. Observadores innatos. Tanto pensar en los demás los hizo básicos a la hora de vestir. Sus armarios son simples, el blanco y el negro son indispensables. Andrés tiene una fascinación por los gatos, son nueve en total. Colecciona gafas y zapatos, los rojos nunca pueden faltar. ¿Hamburguesas? Las que sean, donde sea y como sean. Eso sí, sin cebolla por favor. A Felipe le encanta el orden, que cada cosa esté en su lugar. Sobre su escritorio siempre hay flores y los espacios blancos le generan bienestar. Es fanático de Coldplay y tiene una seria obsesión por los quesos. A los dos los inspiran la música y los viajes. Mucho de lo que hacen a nivel creativo es el reflejo de lo que están viviendo, de su cotidianidad. Por eso es que un vestido tiene muchas emociones. Eso que sienten, eso que ven, eso que quieren contarle al mundo.