Laura + Nicolás

La naturaleza vive en ellos y ellos viven en ella. Son dos campesinos, diría ella, enamorados del campo, de los animales. Dos almas que estuvieron siempre para encontrarse y cuando lo hicieron, no supieron soltarse nunca más. Laura y Nicolás: un amor que huele a montañas, a atardeceres, a la vida tranquila entre árboles y silencios.

DOS CAMPESINOS

Han vivido toda la vida en Caldas. Allí crecieron, allí se conocieron siendo unos niños. Él montando a caballo, ella jugando con gallinas. Nunca les fue lejana aquella vida donde el aire es puro, la música la orquestan los animales, el tiempo llega sereno. Siempre fueron —y siguen siendo— dos campesinos amigos del agua de río, el viento en moto y los pueblitos pequeños.

Esta historia comienza cuando están muy pequeños, pero su momento más certero es cuando se reencuentran, ya grandes. Por un primo de él. Porque ella fue a ver unos perritos que estaba vendiendo. Porque el cielo se mostró cómplice. Nunca salieron. Un día, Nicolás la invitó a conocer La Concha, en Concepción, un pueblito muy bonito —patrimonio cultural— que ella tenía muchas ganas de ver. Era su cumpleaños y en una ventanita, al lado de un río, le preguntó: ¿y si nos volvemos novios? Y sí, se volvieron novios. ¿Y cómo me vas a decir?, le dijo ella, apelando a la costumbre que hay en la familia de él de tener apodos. Desde aquel día le dice Clementina, Clemencia, Clemen, Clemuncha.

EL VESTIDO

En esta historia, el vestido está primero que la propuesta. Porque esta es la historia de ese amor que es sinónimo de libertad, que descubre que la autenticidad es su faro y lo simple, su regalo. Llevaban más o menos tres años de novios, estaban construyendo su casa en Caldas, su querido Caldas y de pronto, un día, Laura vio el vestido. O el vestido la vio a ella —quién sabe—. Y lo compró: qué tal que después no lo encontrara, qué tal que no escuchara a su intuición y después la traicionara. Qué importa que no le hubieran pedido matrimonio, ya eso vendría después… Y si no, siempre quedaba la opción de venderlo. Lo compró en Spell; manga campana, de telas sueltas y ligeras, varios encajes: ella hecha novia.

LA PROPUESTA

Otra vez La Concha, Concepción. Otra vez un cumpleaños de ella. En la gruta de una montaña, a la que llegaron en moto; esa moto “Paloma” que tanto quieren, que tantas alegrías les ha dado, que tanto han disfrutado. Él llevó fiambre y después de comerlo, le entregó un sobre en cuero hecho por él en el que adentro estaba un anillo trenzado de oro rosado con florecitas secas. ¿Y si nos casamos, Clemen? Y entonces, el primero de septiembre de 2018, se casaron.

EL CONCEPTO

Más que un concepto tangible, fue la inspiración de lo que son, de lo que buscan hacer con sus vidas, de cómo se criaron, de su visión del universo: “Enamorándonos de lo simple. La naturaleza y el viento: nuestro hilo rojo es tenso”. Laura y Nicolás suelen tener conversaciones sobre los sueños, sobre lo bonito que es encontrarse con esas personas que quieren en ellos. Ese hilo rojo que conecta, que es transversal, que no se rompe, que está tenso porque es fuerte. En eso se basaron: en el amor que le tienen a ver los atardeceres, en la dicha de ir despacio por la vida, en el valor del silencio, de lo natural.

Él, ingeniero ambiental. Ella diseñadora de modas, pero realmente una jardinera, una “madremonte”, una Gaviota que vuela lejos, vuelva muy alto, una Heidi, la niña de las montañas. Él, silencioso, sereno, un leñador que madruga a apreciar su campo. Ella, más habladora, pero igual de libre a él, al viento.

Las invitaciones fueron plantas, de Jabalinas, la empresa de Laura. Materitas en cartón biodegradables con suculentas. La información iba en palitos, que entre los dos clavaron. También las repartieron entre los dos: en Paloma, la moto. Nicolás manejando y Laura atrás con una canasta llena de minisuculentas. No contrataron wedding planner, querían que todo fuera simple, que fuera de ellos.

LA PLANEACIÓN

Paola, su mejor amiga, vino desde Nueva York y fue su hada madrina. La ayudó con todo. Laura planeó todo como suele hacerlo con otras novias: buscó el concepto y lo materializó. Tuvo consigo un cuadernito donde iba rayando ideas, qué quería y qué no. Se las contó a Nicolás, hicieron ajustes. Se las contó a su equipo. Hizo varias visitas al lugar: Rusticus, un restaurante por Las Brujas que parece una minifinca dentro de la ciudad. 

LA CEREMONIA

En un Toyota viejo donde se recoge café llegó Laura. Otra vez, la madremonte, la Gaviota que vuela lejos, Heidi, la niña de las montañas; otra vez siendo ella. La de campo, la de viento.

No son clásicos. Los violines y la música muy celestial, no era lo que querían. Un acto religioso, sí, pero de celebración. Entonces, recordaron ese viaje a Argentina que hicieron en Paloma, su moto y encontraron la respuesta: música andina, instrumentos andinos. Los artistas fueron de Caldas, de su pueblo, de sus raíces.

Entró con una risa nerviosa que no se le quitaba, esa risa que aparece cuando la dicha es tan honda. Le escribió votos a Nicolás y se le quedaron en la casa. El anillo casi no le entra. Esos son los recuerdos más vívidos que tiene Laura de la ceremonia que, entonces, son la cara de lo feliz que fue. Su momento más especial fue cuando escuchó “El Cóndor Pasa”, esa canción andina, que tanto los une. De la iglesia salieron juntos en Paloma. Y no había nadie acompañándolos que no supiera el significado de esa moto. Y no hay nadie que esté leyendo que tampoco lo sepa.

LA CELEBRACIÓN

Un brunch, con hora de comienzo y hora de final. No querían fiesta. No son mucho de bailes. Pero sí son mucho de música, entonces hicieron una lista en Spotify con todas las canciones que cuentan ese trayecto que han recorrido juntos. Acompañándolos estaban 120 personas que los quieren y ellos quieren y también, sus amigos incondicionales: Berta y Cacerola, dos perritos salchichas; un caballo, varias gallinas (las cutucutu, como les dice ella) y Barbas Espátula, la perrita que adoptaron. El resultado de tanto amor fue una novia con el vestido muy muy sucio de jugar con sus compinches y una felicidad desmedida.

Había empanadas, empacadas en bolsitas de papel con un sello de “Laura y Nicolás” y para acompañarlas un encurtido que el papá de Laura ha hecho durante toda su vida. Y a ella le encanta. Había una bañera antigua llena de Costeñitas y Coca Cola Light. Había una mesa de tortas: la Maria Luisa que su mamá sabe hacer con huevos criollos, con mermelada hecha a mano, con todo natural; que a ella le fascina. Había maíz para que todos les dieran a las gallinas. Había fotos Polaroid para el recuerdo. Había música de la Patagonia. Había plantas, que los invitados se llevaron. Había mesas decoradas por Lauri y todo el equipo de trabajo de su empresa, Jabalinas. Había herraduras en cobre, también para que se llevaran como un amuleto de la buena suerte. Aunque la buena suerte fue que recibieran tanto cariño ese día.

SENTIR LA VIDA

De luna de miel se fueron para Santander, Boyacá. A puebliar, que es lo que les gusta. A sentir la vida despacio. A ver atardeceres. A conversar en el silencio. Compraron canastas, recolectaron fósiles, estuvieron en su tiempo y su espacio.

En esta libreta, lo único que nos queda por decir es gracias. Porque son viento y río. Montañas y árboles. Porque son la suerte para los que creemos en el amor. ¡Gracias!

El vestido lo compró en Spell. Manga campana, de telas sueltas y ligeras, varios encajes: ella hecha novia
Fiel a su amor por la naturaleza, cada detalle de la decoración del matrimonio fue hecho por Laura y su equipo de Jabalinas
Un brunch, porque no querían fiesta. Laura planeó todo como suele hacerlo con otras novias: buscó el concepto y lo materializó

APUNTES FINALES

¿Qué consejos les darían a todas las parejas que en este momento están organizando su matrimonio?

-Buscar buenos proveedores, con los que tengas empatía.
-Tomárselo de una manera divertida, no estresarse. Hacerlo en calma: no llenarse de opiniones.
-Sintetizar las ideas. “Pinterest puede con todo”.

Tres cosas que consideren clave para que el matrimonio sea un éxito:

Orden, enfoque y amor.

Un error para no volver a cometer:

El brasier de silicona no es una buena idea, porque con el sudor se cae.

ESTE TEXTO FUE ESCRITO POR JULI LONDOÑO PARA LLM.

(EN INSTAGRAM LA ENCUENTRAN COMO @CARECOCO). HERMANA DE PABLO, DE SANTIAGO, DE FELIPE. PERIODISTA, ENAMORADA DE LAS LETRAS HECHAS LIBROS, HISTORIAS, VIAJES, CANCIONES DE SABINA. SU FIRMA TIENE –SIEMPRE– UN ESPACIO EN LAS PÁGINAS DE ESTA LIBRETA MORADA.

CRÉDITOS

  • Lugar: Rusticus.
  • Iglesia: Santa María de los Ángeles.
  • Fotografía: Valeria Duque Fotografía.
  • Vestido de la novia: Spell.
  • Maquillaje y peinado: La Pec.
  • Vestido del novio: Everfit.
  • Decoración y ramo: Jabalinas.
  • Comida: Rústicos.

Comentarios

  • Marcela Ospina 09-04-2019 07:04

    Laurita : Que cantidad de detalles y palabras lindas en esta historia , como en todas tus cosas se ve tu inmaginacion, arte y mucho amor , solo le pido a Dios diariamente que este cuento de hadas dure igual de lindo por siempre . Los adoro

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