Curiosa, estudiosa, “muy nerd”, confiesa sin sonrojarse. Leyó de pé a pá el libro Fotografía básica, de Michael Langford, antes de viajar a Buenos Aires, donde se formó dos años en la Escuela Argentina de Fotografía. Ser fotógrafa de moda era su decisión. De cómo terminó tomando fotos de matrimonios es una larga historia, una página de su vida que escribió junto a Juan Felipe Rubio, con quien fundó la empresa Efeunodos Fotografía. Al principio le costó aceptar este giro en sus planes, hasta que reconoció que era un paso y no un abismo la distancia que separaba a un matrimonio de una producción de moda.

Valeria Duque Fotografía es su propia marca, creada en 2012. La imagen es una declaración de principios. Está el rosado, su color preferido, porque quería que expresara con contundencia un carácter femenino, romántico, fresco, contemporáneo. Esta misma línea define su estilo: luminoso, natural, con esencia editorial. Construido, en el sentido de que es cuidadosa con los encuadres; y espontáneo, lo que le exige estar alerta a los instantes, a los momentos sin par, a lo que puede pasar desapercibido para otros.

Su gusto por la luz natural y la simpleza lo comparte con los fotógrafos que están bajo su marca. Con Verónica Ramírez, su amiga y socia, de quien valora su dulzura, disposición y buena energía; y con Lali y Mateo, talentos detrás de Mil Historias, que se unieron recientemente al equipo.

Sin pretensiones de historiadora, la ronda la idea de pensar que en unos años sus fotos de amor sean un registro del espíritu de la época. Eso la emociona, pero no tanto como ver las reacciones de sus clientes cuando les entrega las fotos de su matrimonio: la forma en que se ven a sí mismos, cómo se reconocen especiales a través de sus imágenes. Es algo mágico que le cuesta describirlo con palabras.   

Valeria desbloquea su celular y navega hasta encontrar el mensaje de un novio al recibir uno de sus retratos: “Muchas gracias por capturar lo que veo en Sandra. La foto que nos envías es la imagen que guardo en mi corazón de mi esposa. Cuando hay momentos malos vuelvo a esa mirada, a ese gesto, a ese estar ahí que tú lograste captar. Gracias por verla con mis propios ojos”. Esto le saca una sonrisa, la hace feliz.