Alejandra + Raschid

Hay amores que se asoman un día y el sol no vuelve a ocultarse. Hay amores cálidos, muy cálidos, como el viento sereno. Hay amores que pertenecen a un universo superior y, contarlos, apenas refleja algo de lo que son. Pink Floyd lo diría mejor: breathe, breathe in the air. Así es el amor de Ale y Raschid: tan natural como respirar.

EL AMOR DE VARIAS VIDAS

Se conocieron en la universidad, estudiaron medicina en la Javeriana, en Bogotá. Más o menos, recuerda ella, en décimo semestre se hicieron muy amigos: de esos que no se veían mucho, pero cuando lo hacían, la energía de los dos se reconocía, se quería. Ambos hicieron el rural en Bogotá, entonces siguieron en contacto. Las veces que se veían, también servían para que la vida supiera a risas: “Si de acá a los 30 no hemos conseguido a nadie, nos casamos”, le decía él. Después de cuatro años, más o menos, llegó la pregunta por parte de ella: ¿es verdad? Sí, era verdad. Era verdad que ella era el amor de las vidas de él (si de pronto habían más). Era verdad que para ella, él era más. Era verdad: que eran amigos y también, eran el amor.

LA PROPUESTA

Apenas un mes después (de ser novios), porque de amigos la vida ya llevaba ventaja, él le dijo que se casaran. Fue en Monsieur Cu-Cu, un restaurante que ya cerró, pero que Alejandra quería conocer en ese entonces. Antes de que llegara la comida, le entregó una pulserita de hilo (que él hizo), se la amarró y le preguntó si quería casarse con él. No hubo anillo, ni ese día, ni después. Tampoco en la ceremonia. Ella no usa. A él no le gustan (ha visto muchos accidentes por su profesión). Y más allá de eso, esta es la historia de una amistad que tejió el amor. De un amor que tejió la vida. De una vida, de dos, que se tejen entre sí: una pulsera, de hilo, los definía más. Se casarían un año y medio después, cuando la marea de ser aun estudiantes de medicina hubiera bajado un poco.

LA PLANEACIÓN

Empezaron por donde empiezan las historias que tienen sentido: hablando entre los dos sobre lo que querían, lo que eran —y son—, lo que disfrutaban y no lo que pretendían. Porque el amor no pretende, es. Porque los amigos no pretenden, son. Porque la familia no pretende, es. Porque todo aquello que es real, no pretende ser algo que no es, sino que es, naturalmente. Ella quería algo pequeño, sin protocolos. Él quería una rumba, de las buenas, con todos sus amigos. Con música, tan importante a la hora de narrar sus vidas. Con muchos brindis, tan bienvenidos en esta historia. Con buena, buenísima comida, que le hace tanta venia a este amor. Por supuesto, dos médicos / estudiantes de especialización —él en ortopedia y ella en medicina familiar— no tenían mucho tiempo. Alejandra, tan metódica para cada cosa. Raschid, tan espontáneo para las otras. Ella, que necesita planear. Él, que se va yendo con el río. Los dos supieron confiar en Anita, la wedding planner de NoMeOlvides, que los guió, que los sorprendió.

EL VESTIDO / EL TRAJE

En Pinterest tenía varios vestidos para saber qué novia sería, pero todos eran tan diferentes que podía ser muchas al tiempo. Había algo en común en todos: el tul. Entonces se enteró de que De Novia a Novia tendría su primera edición en Bogotá y las cosas se aclararon más. Uno de Andrés Pajón, con mucho tul, manga larga, de espalda descubierta, de capas sobre capas. Cómodo, como lo quería; original, como le pertenecía a su esencia. Sabía que no quería tacones, quería bailar toda la noche sin cambiarse los zapatos. Otra vez Pinterest le mostró una idea: Converse amarillos. Los buscó una y otra vez, pero ese color no llega a Colombia. Aprovechó que Raschid viajó a Los Ángeles y se los encargó: tampoco fue fácil. Desbarató varias tiendas “porque su novia quiere casarse con Converse amarillos y se los tengo que conseguir”. Al final: Alejandra de Converse amarillos y estrenando sonrisa.

Con Raschid, el cuento fue más fácil: una semana antes del matrimonio, fueron juntos a Zara. Él sabía que quería un traje azul y allá lo encontró. Sin enredos, sin trabas, como es él: tranquilo. La corbata la compró con el papá y los zapatos también los había traído de Los Ángeles: unos Converse grises.

UN DOS DE ENERO

Los dos estaban con el uniforme de medicina. Ella con un saco de lana y tenis. Él de Crocs, como suele estar cuando está vestido de médico. El notario les había dicho que tenían que ir a la notaría a firmar la escritura. El 2 de enero de este año (2019), fueron. Sin saber mucho qué era, qué tenían que firmar. Y firmaron. Sin testigos, sin una gota de maquillaje ni una chispa de protocolo. Solos. Juntos. Se casaron, sin contarle a nadie, porque ni siquiera ellos supieron bien que se estaban casando. Resultó al final que sí: que eso era casarse, firmar. Salieron felices. Cuando contaron en las casas, después de todas las reacciones posibles, quedó esa que siempre queda: las risas porque eso son ellos dos.

LA CEREMONIA / EL ALMUERZO

El momento donde esta historia toma más sentido. Donde se convierte en la historia de Alejandra y Rischid. Donde se revela el alma, la naturaleza de los dos.

Cinco de enero de 2019, en el jardín de la casa de Raschid. 40 invitados: la familia. Una ceremonia por lo civil, emotiva, de palabras con significado. De música con significado, con trascendencia: él entró con una canción de Tool, un grupo de metal progresivo que le gusta mucho. Ella llegó manejando un Fiat y al lado, su papá. Luego, entró con Breathe, de Pink Floyd. Breathe, breathe in the air… se escuchaba, se escucha siempre en este amor.

Después de la ceremonia vinieron las fotos de los dos, mientras los invitados salieron a otro jardín para que Anita, la wedding planner, organizara aquel almuerzo tan lleno de cariño.

Fue un almuerzo en una mesa larga, al estilo de las familias italianas, donde todos comparten, todos conversan, todos comparten alrededor de la buena comida. En el mismo jardín que ocurrió la ceremonia. Con las mismas sillas. Con los mismos invitados. Una vajilla de tonos azulosos, troncos de madera, velas, luces y mucho follaje verde. Comida árabe, para recordar las raíces de la familia de él. Postre árabe, hecho por el papá de Raschid. También cheesecake, para darle gusto a ella, que estudió hace un tiempo pastelería en el Instituto Mariano Moreno y es muy exigente cuando se trata de sabores. Fue una velada de recarga para el alma. Fue una conversación de todos con todos. Fue un recordatorio de que la familia es la manifestación del amor.

LAS INVITACIONES

Esta fiesta, esta celebración, este amor que colecciona detalles, sabe que en lo simple está su fuerza; en lo sencillo están los dos. Por eso, las invitaciones —como no querían gastar papel— las hicieron online, en www.withjoy.com; no solo era un “Save the date”, eran Alejandra y Raschid contándoles (por medio de las letras que escribió él) por qué no estaban invitados a la ceremonia, por qué querían un momento íntimo con sus familias, por qué sí estaban invitados a la fiesta y lo mucho que querían compartir con ellos esa felicidad que estaban descubriendo. A las familias les enviaron una invitación impresa muy sencilla.

LA FIESTA

Para la fiesta, los amigos. Para los amigos, la fiesta. Después de la ceremonia y del almuerzo, ¡la rumba! Fue en una bodega (Fabulae) en la zona G de Bogotá. Es un lugar de arte y ferias, pero la mirada de este par siempre encuentra otra perspectiva.

Lámparas modernas, mucho follaje verde, muchas matas, mucha luz. Una bodega industrial, con decoración industrial. Un letrero en neón con un Love me curveado. Otro letrero para las donuts colgadas en tabla. Para los que llegaban: empanadas de lechona (ella es de Ibagué) y cerveza. En el intermedio: croquetas de hongos y quesos, conitos de tartar de salmón y bolitas de filet-mignon. Como plato fuerte: mini hamburguesas de Angus con chips de tubérculos colombianos. Todo con la mano, todo fácil de comer, todo entregado por meseros. Nada de vajillas, de platos a la mesa, de puestos marcados. Libertad, para comer, para bailar, para abrazar, para celebrar, para sentir la música.

Porque hubo música, mucha música, buena música. Al principio, mientras llegaba la gente, música tranquila patrocinada por el dj al que se le unió un violín. Violín. Violín. Violín… Y otra vez el dj, fiesta, dj… El ánimo, la alegría y el amor estallaron en una hora loca con un show de electrónica, muy estilo Daft Punk. Después, la sorpresa: 20 minutos de Folka, un tipo de música gitana que le gusta mucho a Raschid y que terminó por cautivar a los 120 invitados. Los cargaron, los montaron a la tarima, se enfiestaron, se supieron bailar ese amor, con tenis y sin tacones. No hubo primer baile, pero sobraron las canciones significativas. No hubo sillas suficientes, pero nunca hicieron falta. Hubo una hora extra, que pagaron entre todos porque la dicha estuvo en donde queda el cielo. Hubo, sobre todo, una rumba de amigos, una rumba cómplice y sincera. Un amor personificando lo que es el amor: la fiesta de la vida.

Ustedes, que pertenecen a ese pequeño universo donde el amor ha sabido ser amor y también amistad; ustedes, Alejandra y Raschid, sigan haciéndole tributo al amor, que es música, que es fiesta, que es vida.

Breathe, breathe in the air. Don’t be afraid to care. Leave but don’t leave me. Look around, choose you own ground…

Fotos: Sebastián G. Cardone.
Sabía que no quería tacones, quería bailar toda la noche sin cambiarse los zapatos. Otra vez Pinterest le mostró una idea: Converse amarillos
Él entró con una canción de Tool, un grupo de metal progresivo que le gusta mucho. Ella llegó manejando un Fiat y al lado, su papá. Luego, entró con Breathe, de Pink Floyd
Cinco de enero de 2019, en el jardín de la casa de Raschid. 40 invitados: la familia. Una ceremonia por lo civil, emotiva, de palabras con significado
No hubo anillo, ni ese día, ni después. Esta es la historia de una amistad que tejió el amor. De un amor que tejió la vida. De una vida, de dos, que se tejen entre sí: una pulsera, de hilo, los definía más
Fue un almuerzo en una mesa larga. Fue una conversación de todos con todos. Fue un recordatorio de que la familia es la manifestación del amor
Comida árabe, para recordar las raíces de la familia de él. Postre árabe, hecho por el papá de Raschid. También cheesecake, para darle gusto a ella
Para la fiesta, los amigos. Para los amigos, la fiesta. Después de la ceremonia y del almuerzo, ¡la rumba!
Los dos supieron confiar en Ana María, la wedding planner de NoMeOlvides, que los guió, que los sorprendió
Hubo, sobre todo, una rumba de amigos, una rumba cómplice y sincera. Un amor personificando lo que es el amor: la fiesta de la vida

APUNTES FINALES

¿Qué consejos les darían a todas las parejas que en este momento están organizando su matrimonio?

"Que contraten una wedding planner. Así, uno logra disfrutar toda la planeación del matrimonio sin estresarse tanto. Y que se gocen cada momento, planearlo juntos fortalece la relación".

Tres cosas que consideren clave para que el matrimonio y la vida en pareja sea un éxito:

- Ser los mejores amigos.
- Reírse mucho juntos, todos los días si se puede.
- Hablar, decir las cosas que uno siente y lo que quiere, no esperar que el otro adivine.

Un error para no volver a cometer:

"Escogimos el lugar antes de tener la lista final de invitados, y no pudimos meter más gente porque ya no cabían. Así que primero tener claro cuánta gente es y después, según ese número, elegir la locación".

ESTE TEXTO FUE ESCRITO POR JULI LONDOÑO PARA LLM.
(EN INSTAGRAM LA ENCUENTRAN COMO @CARECOCO). HERMANA DE PABLO, DE SANTIAGO, DE FELIPE. PERIODISTA, ENAMORADA DE LAS LETRAS HECHAS LIBROS, HISTORIAS, VIAJES, CANCIONES DE SABINA. SU FIRMA TIENE –SIEMPRE– UN ESPACIO EN LAS PÁGINAS DE ESTA LIBRETA MORADA.

CRÉDITOS

  • Lugar: Jardín de la casa del novio, en Niza / Fiesta en Fabulae, Zona G.
  • Número de invitados: 40 a la ceremonia, 120 a la fiesta.
  • Wedding planner: NoMeOlvides eventos (Ana María Posada).
  • Fotografía: Sebastián G. Cardone.
  • Vestido de la novia: Andrés Pajón (comprado en De Novia a Novia Bogotá).
  • Zapatos de la novia: Converse.
  • Accesorios de la novia: Zawadzky.
  • Maquillaje y peinado: Estephanía Ayala.
  • Traje del novio: Zara.
  • Zapatos del novio: Converse.
  • Decoración: La Fiorería Bogotá.
  • Comida: Natalia Ramírez.
  • Postres: Donuts de Donut Factory.
  • Invitaciones: withjoy.com
  • Ramo/yugo: La Florería Bogotá.
  • Música: La Vitrola Música.
  • Hora loca: La Vitrola Música.

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