Laura + Camilo

“No hay casualidades sino destinos. No se encuentra sino lo que se busca, y se busca lo que en cierto modo está escondido en lo más profundo y oscuro de nuestro corazón. Porque si no, ¿cómo el encuentro con una misma persona no produce en dos seres los mismos resultados?”

CUATRO A.M.

Después de la fiesta, de tantos abrazos (Laura dice que es el día en que más ha dado), de sonreír sin pausa, de gozarse cada minuto de ese 20 de julio, se dieron cuenta de que no tenían llaves de su apartamento. Se repetía la historia de los papás de él. Treinta años después, volvía a pasar lo mismo: los recién casados se tuvieron que quedar a dormir en la casa de los suegros de ella. Empezamos esta historia por el final, porque tiene tantas casualidades o, mejor, tantos destinos —como diría Ernesto Sábato— que todo suele acomodarse en el lugar al que pertenece, todo tiende a encajar simétricamente y, en definitiva, todo es un eterno retorno a la felicidad: Laura y Camilo.

DESDE EL COLEGIO

Estudiaron en el mismo colegio. Ella llegaba de Medellín, él de vivir cinco años en Estados Unidos. Cali era el nuevo hogar de ambos. Tenían quince años. Se graduaron juntos. No se llevaban muy bien, pero el último año, antes de que se perdieran el uno del otro —diría la vida— se volvieron muy amigos. Ella se fue para Argentina y él regresó a Estados Unidos. En ese entonces, la comunicación se llamaba Messenger y así, un día, desde su computador, Laura leyó la primera propuesta de Camilo: una cita en diciembre, cuando los dos estuvieran otra vez en Colombia. De ese día surgió un noviazgo de siete años: él haciendo carrera de ciclista en Estados Unidos y ella haciéndose un título de arquitecta en Colombia. Sin embargo, la distancia tomó forma, les hizo sentir que no coincidirían en una misma ciudad y, entonces, se dieron un adiós definitivo. Dos años después, se volvieron a ver en una fiesta en la feria de Cali, dos días antes de que ella se fuera a vivir a Madrid. Lo que pareció un reencuentro casual, sin mucho fondo, fue —en realidad— la vida volviéndolos a juntar. Sintieron que las cosas estaban en su lugar, que todo pasaba de manera espontánea: el amor nunca se había ido.

Comparten el gusto por probar sabores nuevos, por comer. Él es el chef de la casa, ella es la que lava los platos. Él le enseña de ciclismo, del Tour de Francia, La Premier League; ella de edificios, estructuras, estética. Aparentemente, ella es la extrovertida, pero en los últimos dos años —a pesar de que estuvieron separados— sus personalidades se acercaron, se empezaron a parecer uno al otro. Cuando les preguntamos qué les gusta hacer, nos respondieron que hablar sobre la casa de nuestros sueños. Eso, en parte, los define: siempre están construyéndose entre sí, tejiendo un cariño que supo sortear la distancia, el tiempo; que sabe sortearse a pesar de lo demás.

MADRID Y EL CORTE INGLÉS

A los dos días de ese reencuentro, Laura se fue a estudiar su maestría. Camilo la visitó dos veces. En esa segunda visita, los dos huyéndole al sol asfixiante que suele posarse sobre Madrid, entraron a El Corte Inglés. Yo te iba a traer un anillo de compromiso, le dijo Camilo cuando pasaron por una joyería… pero como te conozco tanto y sé que eres un poco complicada con esas cosas, quiero que tú lo escojas. Fue una propuesta, claro, pero más que eso, fue una conversación que ella sintió natural, tranquila. Por fin, después de tantos años, después de tantos destinos, estaban en sincronía. Se propusieron que la ciudad que eligieran también lo estaría.

Unos días antes de que él se devolviera, encontraron el anillo: sobrio, con mucha personalidad. Camilo lo pidió y dos meses más tarde (cuando Laura todavía estaba en Madrid) llegó. Ella le compró un reloj. No le contaron a nadie. Cuando ella regresó a Colombia, decidieron irse a vivir juntos y el día que les entregaron el apartamento, celebraron aquella propuesta, aquella conversación, aquel destino: una botella de vino, un anillo, un reloj, un apartamento y un amor que supo tanto de distancias como de encuentros.

EL LUGAR

De todos los temas, la prioridad siempre fue el lugar. Ella se imaginaba una fiesta debajo de los árboles, al aire libre, una noche de luna llena. De ese anhelo de incluir naturaleza, buscaron el mes en que —históricamente— lloviera menos en Cali: 20 de julio resultó siendo la fecha. Él, por su parte, se imaginaba la iglesia Manuelita, esa capilla que construyó su bisabuelo, donde se casaron sus papás. De ese anhelo, fueron entonces a conocerla.

Resulta difícil creer que hay lugares construidos hace tantos años a los que pareces pertenecer: eso fue lo que les pasó. Una iglesia blanca, minimalista, con techo en madera. El ojo crítico de Laura no pidió nada más; la arquitectura era lo suficientemente bonita como para agregarle algo: unos cuantos jarrones con hojas verdes y unas velas bastaron. Afuera estaba un árbol inmenso de orquídeas, que iluminaron para resaltar esa belleza imponente. A la sombra de él, acomodaron el bar y a los músicos para recibir a los invitados. Para la celebración, entonces, tenían dos opciones: montar una carpa frente a la iglesia o decorar un salón grande que hay cerca, pero mientras recorrían el lugar, se encontraron con una callecita junto al lago. De nuevo, el ojo crítico de Laura se imaginó un escenario: organizar las mesas a lo largo de toda la calle, iluminar el fondo del lago para integrarlo al espacio, ubicar la pista de baile debajo de los árboles y la mesa de postres en las raíces inmensas de uno de ellos.

Ese matrimonio que soñaban, tan nuestro, simple, minimalista, descomplicado, elegante, rústico, fue el espejo del que tuvieron. Mesas en madera, sillas de estilo industrial, bombillos, lámparas artesanales, follaje verde y miel, ni una sola flor, excepto la del yugo de Laura. Se aprovecharon del contraste propio del piso en piedra, de las tonalidades naturales y dejaron que el color lo pusieran las personas, porque de todos los temas las personas también fueron prioridad, porque los dos tienen familias grandes y unidas, porque comparten los amigos desde el colegio, porque estar en compañía de tantos que no ven muy a menudo y, también, de esos que ven con frecuencia, era la razón de esa fiesta en medio de lo que parecía un bosque, una feria íntima, un festín de otra época, un pueblito macondiano.

LAS INVITACIONES

Su amiga y colega, que también es ilustradora, se las diseñó. Han trabajado juntas en varias ocasiones y Laura admira la capacidad que tiene Amalia para interpretar sus ideas y gustos. Quería unas invitaciones muy minimalistas, en blanco y negro y que simularan estar escritas a mano. Todo en líneas muy finas. Una bicicleta (tan él) de dos sillas con una canasta con hojas (tan ella). Esa ilustración, que fue lo más representativo, no significaba otra cosa que la combinación de ellos dos, que ese nuevo sendero, esos kilómetros de vida que ya han recorrido y esos otros que están por venir. Finalmente, en ese sobre en papel kraft reciclado y marcado a mano, también incluyeron un mapa ilustrado con las indicaciones generales.

EL VESTIDO / EL TRAJE

Laura es una mujer segura de sí misma. Su lenguaje —verbal y corporal— lo valida. Recuerda haber visto un vestido en un post de esta Libreta morada que decía quiero seguir viendo novias donde no las hay, pero donde podría haberlas y recuerda saber —desde ese momento— que era su vestido: cómodo, diferente, elegante. Al día siguiente fue al almacén de Johanna Ortiz. Lo compró. Fue el único que se midió. En definitiva, resulta ser un vestido tan alejado a los ideales y a los comunes que habla de esa esencia disruptiva de Laura.

El traje de Camilo lo hizo un amigo de ella que es sastre en Medellín: Jorge Orozco. La anécdota del proceso es que Camilo se quebró el pie cuatro meses antes del matrimonio y las pruebas se complicaron un poco; solo hubo dos, pero el diseño fue preciso, justo y sobrio. Pareciese que cuando a la vida no se le ponen trabas, ella se encarga de no anteponerse; en cambio, conjuga aciertos, crea corrientes serenas.

LA CEREMONIA

En esa iglesia que tenía tanto significado para Camilo cabían 100 invitados. Agregaron 100 sillas más afuera y a los invitados les dieron abanicos hechos por una artesana de Putumayo, para el calor. Además de los votos, que ellos personalizaron, la música hizo que la ceremonia fuera un momento más emotivo de lo que ya significa ese ritual donde muchas personas se reúnen para celebrar el amor. Una mujer, un hombre y tres instrumentos con la fuerza de lo que pareció un coro completo cantaron canciones en inglés, en español y en italiano. El sacerdote, además, fue un acierto de los más gratos: un discurso fresco, franco, sencillo que logró abrazar la esencia de los dos. En palabras de Laura, capturó la atención hasta de los menos creyentes.

UNA FIESTA DEBAJO DE LOS ÁRBOLES

Una celebración libre: quienes querían bailar, bailaban; quienes querían conversar, conversaban. La naturaleza permitía tantos ambientes que ese día se supo sentir como fiesta, como ritual de gratitud, de abrazos y alegrías, como campo de calma.

La música, que ya venía siendo protagonista en la ceremonia, volvió a robarse los ánimos. Primero en el coctel, con Mareh, ese músico caleño que acaba de grabar un video con Monsieur Periné: las canciones de Vicente García y de su nuevo álbum Amuleto hicieron eco en las emociones, sobre todo en las de Laura y Camilo que desde enero llevan disfrutando su música. Después vendría el primer baile con De qué callada manera, esa canción que escribió Pablo Milanés, que tantos grupos tropicales han interpretado y que ellos bailaron al ritmo de salsa cubana para prender la fiesta. Al final, una hora loca que Camilo se encargó de organizar aludiendo al Pacífico, al gusto de ambos por el festival Petronio Álvarez: al son de la música del grupo Pura Sangre, de sus vestuarios coloridos, de los turbantes que repartieron para las mujeres, de las canciones movidas, de la brisa y la energía de los árboles, ese 20 de julio tuvo un final de aplausos, de plenitud, de un destino que parece estar a favor de la felicidad y de un amor con chispa.

AL DIA SIGUIENTE

Después de haber olvidado las llaves, de repetir la historia de los papás de Camilo, después de esa celebración, donde no faltaron abrazos y mejor, sobraron sonrisas para muchos días, quisieron disfrutar más tiempo con esas personas que están en sus historias. Se fueron de paseo para una finca a seguir la fiesta, tan libres y sueltos, como suelen ser. Se fueron de paseo para coleccionar un par recuerdos, de esos que cada que vuelven, ventilan el pecho.

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“Ni el amor, ni los encuentros verdaderos, ni siquiera los profundos desencuentros, son obra de las casualidades, sino que nos están misteriosamente reservados. Cuántas veces en la vida me ha sorprendido cómo, entre las multitudes de personas que existen en el mundo, nos cruzamos con aquellas que, de alguna manera, poseían las tablas de nuestro destino, como si hubiéramos pertenecido a una misma organización secreta, o a los capítulos de un mismo libro. Nunca supe si se los reconoce porque ya se los buscaba, o se los busca porque ya bordeaban los aledaños de nuestro destino”.

De parte de esta Libreta, Lau y Cami, les deseamos infinidad de encuentros, que sigan perteneciendo al mismo compás, que se busquen y se vean, que se abracen y en un abrazo sepan que el destino —el de ambos— no pudo haber sido otro.

Quería unas invitaciones muy minimalistas, en blanco y negro y que simularan estar escritas a mano. Todo en líneas muy finas. Una bicicleta (tan él) de dos sillas con una canasta con hojas (tan ella)
Ilustraciones: Amalia Arango Restrepo.
Fotos: Josué Bonilla.
Ese matrimonio que soñaban, tan "nuestro", simple, minimalista, descomplicado, elegante, rústico, fue el espejo del que tuvieron
Eso, en parte, los define: siempre están construyéndose entre sí, tejiendo un cariño que supo sortear la distancia, el tiempo; que sabe sortearse a pesar de lo demás
Recuerda haber visto un vestido en un post de esta Libreta morada que decía "quiero seguir viendo novias donde no las hay, pero donde podría haberlas" y recuerda saber —desde ese momento— que era su vestido: cómodo, diferente, elegante. Al día siguiente fue al almacén de Johanna Ortiz. Lo compró. Fue el único que se midió
De todos los temas, la prioridad siempre fue el lugar. Ella se imaginaba una fiesta debajo de los árboles, al aire libre, una noche de luna llena. Él, por su parte, se imaginaba la iglesia Manuelita, esa capilla que construyó su bisabuelo, donde se casaron sus papás
Una celebración libre: quienes querían bailar, bailaban; quienes querían conversar, conversaban. La naturaleza permitía tantos ambientes que ese día se supo sentir como fiesta, como ritual de gratitud, de abrazos y alegrías, como campo de calma
Al son de la música del grupo Pura Sangre, de sus vestuarios coloridos, de los turbantes que repartieron para las mujeres, de las canciones movidas, de la brisa y la energía de los árboles, ese 20 de julio tuvo un final de aplausos, de plenitud, de un destino que parece estar a favor de la felicidad y de un amor con chispa

APUNTES FINALES

¿Qué consejos les darían a todas las parejas que en este momento están organizando su matrimonio?

Yo les recomendaría tener wedding planner, ya sea durante todo el proceso, o un mes antes para que se encargue de coordinar a todos los proveedores ese día. Adicionalmente, que no hagan las cosas como “deben ser” o como “se usan”, sino como se sienta natural para cada pareja. No necesariamente debe haber un protocolo.

Cosas que consideren clave para que una relación sea un éxito.

1. Ser muy amigos.
2. Tener una comunicación muy fluida.
3. Nunca perder la admiración el uno del otro.

Un error para no volver a cometer

No quisimos tomar fotos de cada mesa. En el momento no pensamos que fuera importante y no nos queríamos perder ni un segundo. Este fue un error porque no tenemos fotos con mucha gente que queremos muchísimo y que no vemos muy a menudo, que vinieron desde muy lejos, grupos que nos reencontramos, etc. No tenemos una foto con todos los amigos del colegio que fue una súper reunión con gente que vino de todas partes.

¿Para dónde se fueron de luna de miel? ¿Por qué eligieron ese lugar?

Todavía no nos hemos ido. Nos vamos en octubre a Japón. Elegimos este lugar porque reunía muchos intereses de los dos: naturaleza, arquitectura y comida. Decidimos no irnos apenas nos casamos porque era pleno verano y queríamos ir en la temporada ideal que nos recomendaron amigos que vivieron allá: el otoño. Adicionalmente, queríamos tener tiempo para planear muy bien el viaje, sin el tema del matrimonio encima.

ESTE TEXTO FUE ESCRITO POR JULI LONDOÑO PARA LLM.
(EN INSTAGRAM LA ENCUENTRAN COMO @CARECOCO). HERMANA DE PABLO, DE SANTIAGO, DE FELIPE. PERIODISTA, ENAMORADA DE LAS LETRAS HECHAS LIBROS, HISTORIAS, VIAJES, CANCIONES DE SABINA. SU FIRMA TIENE –SIEMPRE– UN ESPACIO EN LAS PÁGINAS DE ESTA LIBRETA MORADA.

CRÉDITOS

  • Lugar: Ingenio Manuelita.
  • Iglesia: Ingenio Manuelita.
  • Wedding Planner: Jimena Jaramillo Planners.
  • Fotografía: Josué Bonilla.
  • Vestido de la novia: Johanna Ortiz.
  • Zapatos de la Novia: Anthopologie.
  • Accesorios de la novia: Alma Joyería.
  • Maquillaje y peinado: Tatiana Ortiz.
  • Traje del novio: Novios Orozco.
  • Decoración: Misselanea Eventos.
  • Comida: Restaurante Nuestro.
  • Postres: la torta de novia la hicieron en la casa de Camilo, con la receta de la abuela. Las otras tortas de D’Lili.
  • Invitaciones: Amalia Arango Restrepo.
  • Anillos: Compromiso: Sansoeurs Jewellery Studio; argollas de matrimonio, por Joyangel.

  • Recordatorios: pulseras de Mishky; abanicos de artesanos del Putumayo.
  • Ramo/Yugo: Misselanea Eventos.
  • Vestidos pajecitos: Gocco Kids.
  • Música: Iglesia, Aria y Memoria; coctel, Mareh; Dj, Moisés Guardia; hora loca, Grupo Pura Sangre.
  • Montaje, sonido e iluminación: Grupo 360.
  • Cocteles: Alquímico Cartagena.

Comentarios

  • Dorita Aristizabal Toro 06-09-2019 16:09

    laurita y Camilo...les deseo mucha suerte y mucha felicidad...sólo con Dios en el centro de su hogar no les faltará el amor que necesitan para tener la tolerancia que necesita toda relacion y con un buen diálogo lograrán todos los acuerdos...amense en todo lo que vivan juntos para que cada uno haga muy feliz al otro...laurita sabe que tiene un rinconcito en mi corazon y a pesar de la distancia es hija de mi hermana Jimena ....Dios les bendiga siempre esta union????

  • (57) 315 383 6348 + (57) 310 549 0848 info@lalibretamorada.com

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