Lorena + Manuel

El sol estuvo más sol que nunca aquel 16 de febrero de 2019. Salió con toda su fuerza y todo su brillo, en un acto de complicidad con Lorena y Manuel, como haciéndoles un guiño y deseándoles un amor donde la luz esté muy ahí. Un picnic, en Villa de Leyva, entre argentinos y colombianos; entre la vida que se sueña y que al mismo tiempo está ocurriendo.

ARGENTINA + COLOMBIA

Cuánto sorprende el amor cuando hay dos que no lo esperan. Su llegada es intempestiva, como una ráfaga que no pregunta mucho, pero contesta tanto. No se lo imaginaba Lorena, que estaba de intercambio en Buenos Aires y le faltaban dos meses para regresar a su Bogotá. No se lo imaginaba Manuel, que estaba de rumba en un boliche (discoteca) y la sacó a bailar. No se lo imaginaban ellos, pero ese fue el encuentro del para siempre.

Dos meses en los que se caminaron las calles de Buenos Aires de la mano, en los que vivieron sin afanes, sin anhelos: el ya, ese ya de entonces. Lorena se devolvió para Colombia y él se quedó en Argentina. Qué buen amor de verano, pensó ella. Hasta que empezaron a sentir que, a veces, extrañar no es sinónimo de que hay costumbre sino amor. Ella viajó, otra vez. Vivieron juntos. Él vino, por primera vez. Y se quedaron. En 2011 empezó esta historia que tiene matices de distancias, pero nunca de lejanías.

LA PROPUESTA

Lo del matrimonio nunca fue un sueño anotado en la libreta. Ni para él, ni para ella. Estaba bien la vida así: con un amor espontáneo, que no se ata. Cuando empezaron a ir —como invitados— a tantos, se fueron antojando… Y qué tal si… Y en un viaje que hicieron a Madrid (después de ir a otro matrimonio en Suiza, el de la mejor amiga de ella), el tal vez fue un sí.

En la noche, después de haber recorrido la ciudad caminando —tal como les gustan los viajes— se sentaron en Sala X, un bar tranquilo, a tomar tinto de verano. Más que una propuesta, fue una conversación. Sincera y espontánea, que terminó en abrazos y muchas lágrimas.

EL VESTIDO / EL TRAJE

Buscó. Buscó. Buscó. Buscó como se busca lo que te importa. Pero nada se ajustaba a su concepto de “día de campo”. Todos los que veía desentonaban con ella, con su personalidad, hasta que conoció a Catalina Bayona. En un principio, lo iba a mandar a hacer, pero entonces le mostraron tres: se quedó con el primero. Una tela de algodón suave, con mangas largas, con encajes, una espalda descubierta y detalles puntuales. Nada muy formal, más bien, un vestido ancho, relajado; que combinó con el sol, con el verde, con los eucaliptos que les tejieron a las ondas de su pelo. Manuel, más práctico: una tarde en Zara, él con él, midiéndose y ajustándose fácilmente.

EL LUGAR

Lo planearon juntos, de principio a fin. Querían algo sencillo, pero una muy buena rumba. Con todos: amigos y familia argentina, amigos y familia colombiana. Se tardaron mucho encontrando el lugar que los identificara, hasta que vieron una foto y supieron que era ese: Casa Antares, en Villa de Leyva. Viajaron hasta allí, a ver el espacio y a recordar también, ese primer viaje que hicieron cuando Manuel vino. Ese pueblito boyacense al que van muchas veces tiene su simbolismo, su recuerdo en ellos. Lo habían encontrado, hace muchos años y lo habían encontrado, otra vez.

No querían una fiesta. Querían varios días para sentir cerquita tanto cariño. Querían que la gente estuviera tranquila, que se enfiestaran; que, por ellos, por tenerlos en sus vidas, también celebraban. Decidieron, entonces, hospedarse junto a toda la familia en un mismo hotel (Casa Terra) para desayunar juntos, arreglarse juntos, tener la oportunidad de vivir más de cerca ese tiempo de alegrías eternas.

A las doce del día comenzó la ceremonia y para llegar hasta el lugar, hubo varios buses estacionados en la plaza para llevar a los invitados hasta La Pérgola.

LA CEREMONIA

Decidieron que no sería ni una ceremonia católica, ni civil. Mejor, un ritual. Lo que querían era una unión, donde las personas que los han acompañado a recorrer su suerte, estuvieran presentes. En el camino, como es usual, se fueron encontrando con más señales: conocieron a la notaria del pueblo y se conectaron tanto con su forma de ver el matrimonio que entonces, sí, terminaron haciendo una ceremonia civil, combinada con un ritual de palabras de sus amigos más cercanos.

No hubo votos, los dos tienden a la timidez, a hablar poco en público. Hablaron, por parte de él, su hermano, Ramiro, y su mejor amigo, Cristian Azula. Por parte de ella, sus más amigos, Daniel Marín y Alejandra Arango. Oír su historia narrada por quienes hacen parte de sus días, los hizo llorar. Oír los consejos de los más cercanos, los hizo llorar. Estar en una ceremonia —la de ellos— con una historia detrás de siete años, los hizo llorar. Y es que la felicidad, también sabe a sal.

Guadalupe (la hermana de Manuel), que viajó feliz a acompañarlos, que estaba en Villa de Leyva (en el hotel), era una de las elegidas por Manuel para hablar, pero se enfermó tanto que no pudo acompañarlos. Por suerte, dejó sus palabras para que Ramiro (el otro hermano) las leyera:

…Tuve la suerte de encontrar en mi propia familia a mi mejor amigo. Desde que tengo memoria, la complicidad que nos atrapa es única, mágica e inexplicable. Manuel es un regalo en vida, es la persona que siempre mirando hacia atrás o hacia adelante permanece y prevalece en todos mis pensamientos y sentimientos.

…De repente, en un abrir y cerrar de ojos, apareció Lorena, con su sonrisa dulce, mirada profunda e inteligente, su voluntad inquebrantable, su encanto natural; y entendí perfectamente los miles de motivos que lo dejaron boqueando de amor. A partir de ese momento, supe que Lorena sería mi familia, porque nunca había visto a Manuel mirar con tanta devoción a nadie.

Otra vez, lloraron.

Las argollas las mandaron a hacer con un par de amigos joyeros: sencillas, en oro mate, con onditas en su forma y textura; como interpretando el oleaje del amor. Mientras tanto, los invitados tomaban limonada, se ventilaban los rayos con abanicos y se tapaban el sol con el sombrero que les dieron a la entrada. Eran las doce del día, pero debajo de aquellas telas griegas y en presencia de un amor que celebraba el triunfo de la distancia, nadie se quejó. Todos aplaudieron. Sonrieron. Festejaron.

LA COMIDA

Algo tranquilo. Universal. Que a todos les guste. Que sea para compartir. De entrada, algunas picadas, muy plan BBQ… Carimañolas… Alimentos fáciles de comer y muy colombianos. A las tres de la tarde, más o menos, hamburguesas. Los ingredientes estaban en el centro de las mesas, porque comer es interactuar, es disfrutar de la compañía del lado. Refajo como bebida principal, para sentir el ambiente de un asado en familia, de un BBQ, de un día de campo bajo el sol. En la noche, choripanes, en honor a Argentina y al argentino protagonista de esta historia. El toque secreto se lo dio el chimichurri que hizo Nicolás, el hermano de Manuel, chef y experto en este sabor.

Y para finalizar, un buen pedazo de torta de frutos rojos o de chocolate. Además, como recordatorio, un pequeño frasco de mermelada natural hecha por el papá de Manuel (que es experto en hacerla, que en Argentina es bastante conocido por ellas, que llegó dos semanas antes y no se dedicó a otra cosa que no fueran las fresas).

LA FIESTA

Un dj y ninguna orquesta. Un dj que no dejó que los ánimos se disminuyeran durante diez horas seguidas, que mantuvo a los invitados bailando todo el tiempo. Una hora loca muy playera: con flotadores, gafas, collares de flores; Lorena en un flamingo y Manuel en un unicornio. Fue una fiesta de amigos, donde hubo música colombiana y también argentina. Y todos se bailaron todo. Un día de picnic, de campo que terminó con la alegría luciéndose en la pista, en los abrazos, en energía multiplicada.

En esta Libreta los aplaudimos: por saber reconocerse e impedir —juntos— que la distancia se olvidara del cariño. Manténganse cercanos, sigan disfrutando de un atardecer en la terraza de su apartamento, del sol que parece ser aliado de este amor, de las tardes en el campo y, sobre todo: sigan amoblándose el corazón.

APUNTES FINALES

¿Qué consejos les darían a todas las parejas que en este momento están organizando su matrimonio?

- Involucrarse completamente en la planeación. Nosotros lo hicimos sin pensar en los gustos de nuestros papás o de otros; nos representó a nosotros.

- Hacer un matrimonio destino es espectacular, ¡se disfruta más!

Cosas que consideren clave para que el matrimonio sea un éxito.

La música: tomarse el tiempo de pensar qué quieren y qué no quieren escuchar. ¡Fundamental!

Un error para no volver a cometer

Quizás hubiera sido genial haber tenido una GoPro grabando todo. Tenemos un video, pero es muy conceptual.

ESTE TEXTO FUE ESCRITO POR JULI LONDOÑO PARA LLM.

(EN INSTAGRAM LA ENCUENTRAN COMO @CARECOCO). HERMANA DE PABLO, DE SANTIAGO, DE FELIPE. PERIODISTA, ENAMORADA DE LAS LETRAS HECHAS LIBROS, HISTORIAS, VIAJES, CANCIONES DE SABINA. SU FIRMA TIENE –SIEMPRE– UN ESPACIO EN LAS PÁGINAS DE ESTA LIBRETA MORADA.

CRÉDITOS

  • Lugar: Casa Antares, Villa de Leyva. 
  • Wedding planner: Alessandra Osejo – Santa Boda.
  • Fotografía y video: Amor Eterno
  • Vestido de la novia: Catalina Bayona.
  • Zapatos de la novia: Zapatos Nabril.
  • Accesorios de la novia: Carolina Castro.
  • Maquillaje y peinado: Daniela Bastidas.
  • Traje del novio: Zara. 
  • Zapatos del novio: Hush Puppies.
  • Decoración: Bestial. 
  • Comida y postres: Bestial.
  • Invitaciones: Tres Plumas Taller.
  • Anillos: Marowzi Jewelry.
  • Recordatorios: Confituras Minetti. 
  • Ramo/yugo: Bestial, Susana Peláez.
  • Música: DJ Staff. 
  • Alojamiento: Hotel Casa Terra.
  • Coctel de bienvenida: Restaurante Amaranta.

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