Laura + Stefan

Hay un cuadro del artista Félix González-Torres que se llama “Perfect Lovers”. Muestra dos relojes sincronizados: ambos marcando la misma hora. Eso es quizá el amor: una coincidencia, un encuentro preciso. Ni antes, ni después: justo en ambos tiempos. Como Laura, como Stefan, que se encontraron y supieron reconocerse.

Se conocieron por la teoría de los relojes, por la teoría del destino, por la teoría de las coincidencias. En todo caso, se conocieron y ese es el primer mérito del amor.

Él suizo. Ella colombiana. Él estaba de intercambio haciendo parte de su maestría. Ella acababa de llegar de Holanda, también de un intercambio universitario. Por esta razón, debía ser “buddy” de un internacional en Eafit. Le asignaron a una francesa y con el tiempo, se volvieron muy amigas. Un día planearon ir a conocer Guatapé y, al paseo, se unieron tres amigos más. Entre ellos, Stefan Huggenberger (Hugi, por su apellido, le dicen). Como buen suizo, llegó puntual. Fue el copiloto todo el recorrido y entre carreteras y paisajes conversaron, se conocieron. A Laura le gusta creer que estaban destinados a encontrarse y a Félix González-Torres, el de los relojes, también.

LA PROPUESTA

Muchas velitas y un fondue-picnic en el piso del nuevo apartamento, de ese nuevo hogar, de esa nueva vida. Fue el día en que les entregaron las llaves y aunque no había muebles, ni mesas, ni decoración; aunque el espacio estaba vacío, todo se sintió muy lleno: de lágrimas felices, de risas, de esa complicidad que habla con abrazos.

EL LUGAR

En las playas de Guachaca, en la del hotel Cayena Beach Villa, ubicado en una antigua plantación de coco y un bosque de palmeras. En esa playa, por la gran conexión de Laura con Santa Marta; por esa infancia que vivió allá, cerquita del mar, de la sal, de la arena, de tantas orillas, de los que más quiere. En esa playa, donde quedaba la casa del abuelo y, entonces, la casa de todos. Donde las navidades llegaron con primos, donde los años nuevos eran estar en familia. En esa playa, porque fue el primer viaje que Laura y Hugi hicieron como pareja. Porque se convirtió en uno de los lugares más especiales para ellos en Colombia. Porque guarda ese viento de recuerdos que fueron —y han ido— construyendo.

LAS INVITACIONES

Se encontraron en la vida para darse cuenta que también es posible encontrarse en más lugares. En las pasiones, por ejemplo. Y se encuentran, otra vez, en las ideas, en la creatividad, en el diseño; que les encanta. Les dedicaron mucho tiempo a las invitaciones, a esas 75 invitaciones elegidas con precaución, con precisión. Una por una, juntos. Un bosque de pinos (para las de Suiza, pero esa es otra historia) y un bosque de palmeras para las de Colombia. Un mapa ilustrado con el lugar de la fiesta y con otros más para visitar alrededor de la costa. Sobres hechos a mano en papel reciclado, cerrados con fibra natural y una hoja de pino (que cortaron, una a una del árbol que hay al frente de donde viven).

Agregaron una nota muy importante y muy valiosa. No tenían una lista de regalos, ni querían lluvia de sobres. Si alguien quería regalarles algo, tenía tres opciones: compartir con ellos el restaurante preferido (porque les encanta comer rico y probar nuevos sabores), comprarles un libro (porque están armando su biblioteca en casa) o hacer algo que los representara con sus propias manos (porque son más de detalles, de que las cosas tengan una historia). Funcionó muy bien esta última idea. Con tantos amigos diseñadores y artistas, se devolvieron con una maleta llena de pequeñas obras de arte que ahora son parte del hogar que han ido armando, de los recuerdos que se quedan aunque el tiempo apremie.

EL RITUAL

Suiza y Colombia podrían ser, fácilmente, dos de los países más distantes. Laura y Stefan, también. Cada uno dueño de su cultura, en donde las aristas diferentes no se chocan; en cambio, se conectan. Ninguno de los dos tiene una única religión establecida, viven la espiritualidad de formas distintas, respetándose entre sí. Los une, más que todo, la conexión con la naturaleza; las arterias de la tierra. De ahí, de esa vena esencial, surgió la idea de un ritual: para ellos y para los otros. Desde adentro y compartido.

Lo crearon, paso a paso, junto a Vanessa y Wil, una pareja de esposos y guías espirituales que les ayudaron a que todo tomara forma, sentido. Si les preguntaban cuál era el concepto, cuál era la inspiración, cuál era el por qué, siempre aparecía disfrutar como el verbo principal. Y de ahí, se desprendían más: bailar, compartir, querer, relajar, vacacionar. Al final, fue una mezcla de muchas cosas diferentes que juntas, tuvieron sentido. Algo así como lo que son ellos dos, universos que se encuentran para darse foco entre sí.

Fue una ceremonia de unión, de almas, de espíritus; de olor a sal, a playa, a oleaje. Cada invitado tenía un tarrito con arena, Laura tenía otro y Hugi otro. La ceremonia, a grandes rasgos, fue la mezcla de todas estas arenas; como una metáfora a esa historia con tres mil años de antigüedad que dice que cuando esto sucede, cada uno está aportando su grano a la construcción de una vida juntos, de una vida más próspera. La de Hugi era arena suiza. La de Laura, arena colombiana. De una playa de allá, de una playa de acá. Ellos mismos mezclando la vida, ellos mismos haciendo lugar en el otro. Hubo un sí tácito, que se dijeron con los ojos cerrados, con las manos en el pecho del otro, con la energía de la piel. Sin palabras. Con emociones.

LOS DETALLES

Laura y Hugi son el testimonio de que cada arena que se pone con especial esmero, habla de un amor que se cuida a sí mismo. Fueron tres días donde los detalles ni sobraron, ni faltaron; encajaron: la wedding planner —empírica— fue la mamá de Laura, pero qué mejor experiencia que el amor desde el vientre para crear emociones.

Para la bienvenida, recibieron a los invitados (en cada habitación) con una bolsita que traía un repelente, un abanico, un Alka-Setzer y el tarrito de arena que llevaron a la ceremonia.

Para la decoración, quién mejor que la naturaleza, tan experta y tan fluida, para decorar. Por eso, usaron cocos, esteras, troncos y flores de la región. Por eso, el yugo lo hicieron entre las dos (su mamá y ella) con las flores antorcha. Por eso, dejaron que fueran las plantas, el cielo, el mar y la arena quienes le otorgaran aura al lugar.

Para que la ceremonia también fuera fiesta, a la entrada dos dosis de alegría: un coco para disfrutar sentados en las esteras y una barca vieja llena de cervezas frías para el calor.

Para que las personas (los 75 invitados, de nueve diferentes nacionalidades) se sintieran más en casa, hicieron una actividad de integración: tocar la cabeza de la persona más alta de la fiesta, hacer reír a un desconocido, llevar un shot de guaro a alguien que nunca lo ha probado, encontrar el/la mejor bailarín/a de salsa suizo y bailar con el/ella, aparecer en la foto de un desconocido, aprender una palabra en otro idioma, averiguar el significado de refranes fueron algunos de los ejemplos que el público recibió de manera descomplicada y alegre y se creó una energía de serenidad y calidez.

Para la ceremonia (que fue en español) hicieron algunos libritos en alemán explicando el ritual, sus momentos y algunas palabras claves. Aunque, finalmente, cuando los símbolos y el amor hablan, el corazón termina por sincronizar las emociones de todos.

Para el recuerdo, para la eternidad y para vencer el olvido, hicieron una “cápsula de tiempo”: un recipiente en el que los invitados podían dejar una carta o lo que quisieran. Un recipiente que pretenden abrir en 20 años. Un recipiente que les recordará que el cariño sincero permanece intacto aun cuando las personas estén lejos.

Siempre hubo un “para”, pero en realidad fue un “por qué”. El porqué que cuenta la historia de un querer tan profundo como genuino.

LA FIESTA

Para hablar de la fiesta hay que decir que empezó el día anterior. Lo que pensaron que sería una “cena/grill” terminó en una rumba de más de cien personas (conocidos y desconocidos), en el bar del hotel, que duró hasta las cinco de la mañana. La fiesta siguió —al otro día— en una ceremonia de lágrimas, risas y muchas emociones. Vino la cumbia, las palenqueras, el atardecer en la playa. Llegó la comida, con camarones, ceviche, patacones, tartar de salmón y cheescake de maracuyá. Más bullerengue y suizos felices bailando. Y reguetón, mucho reguetón para aumentar la energía. En resumen, en un abrazo amplio y largo como el mar, todos fueron una gran familia, de raíces fuertes porque van por dentro.

¿Qué podemos decirles, Hugi y Laura? Si todo ya lo dijeron ustedes… Esperamos que los relojes siempre marquen la misma hora y sigan encontrándose en cada abrazo, una y otra vez, para que la cápsula del tiempo sea eterna.

En la playa del hotel Cayena Beach Villa. En esa playa, porque fue el primer viaje que Laura y Hugi hicieron como pareja. Porque guarda ese viento de recuerdos que fueron —y han ido— construyendo
Fotos: Ana Rincón para Más que 1000 palabras.
Para la decoración, quién mejor que la naturaleza, tan experta y tan fluida, para decorar. Por eso, usaron cocos, esteras, troncos y flores de la región. Por eso, dejaron que fueran las plantas, el cielo, el mar y la arena quienes le otorgaran aura al lugar
Fue una ceremonia de unión, de almas, de espíritus; de olor a sal, a playa, a oleaje. Cada invitado tenía un tarrito con arena, Laura tenía otro y Hugi otro. La ceremonia, a grandes rasgos, fue la mezcla de todas estas arenas
Vino la cumbia, las palenqueras, el atardecer en la playa. Llegó la comida, con camarones, ceviche, patacones, tartar de salmón y cheescake de maracuyá. Más bullerengue y suizos felices bailando. Y reguetón, mucho reguetón para aumentar la energía

POSTBODA: DÍA DE PLAYA Y PISCINA

Se conocieron por la teoría de los relojes, por la teoría del destino, por la teoría de las coincidencias. En todo caso, se conocieron y ese es el primer mérito del amor

APUNTES FINALES

¿Qué consejos les darían a todas las parejas que en este momento están organizando su matrimonio?

¡Bailarse este día hasta el final! Que disfruten de la experiencia de organizar su matrimonio juntos y que lo intenten hacer juntos. Es un día para ambos. No planear demasiado o llenar el día de actividades, no tratar de hacerlo todo perfecto.

Cosas que consideren clave para que el matrimonio sea un éxito.

-No tomar decisiones basándose en lo que los demás esperan o en las tradiciones culturales de cómo debe ser un matrimonio. Hacer uno que tenga sentido para ambos.

-No encargarse de nada ese día, solo disfrutarlo. Tener un día o una mañana juntos y relajados.

-No querer controlar todo. Delegar tareas y confiar en los demás.

Un error para no volver a cometer

Arreglarse con tantas personas. Para mí fue un día muy relajado hasta el momento de arreglarme. Comenzamos un poco tarde y fue muy estresante, es lo único que cambiaría de este día.

¿Para dónde se fueron de luna de miel?

Aún no nos hemos ido de luna de miel. Decidimos hacerlo más tarde pues tuvimos muchos visitantes en Colombia y decidimos compartir con ellos ese viaje. Para mí fue una oportunidad increíble de mostrarles mi país, mi cultura y de dónde vengo.

La luna de miel la vamos a hacer a finales de este año (2019). Elegimos Sri Lanka porque combina dos cosas que son importantes para cada uno. Para mí, elefantes y para Hugi, surf.

ESTE TEXTO FUE ESCRITO POR JULI LONDOÑO PARA LLM.
(EN INSTAGRAM LA ENCUENTRAN COMO @CARECOCO). HERMANA DE PABLO, DE SANTIAGO, DE FELIPE. PERIODISTA, ENAMORADA DE LAS LETRAS HECHAS LIBROS, HISTORIAS, VIAJES, CANCIONES DE SABINA. SU FIRMA TIENE –SIEMPRE– UN ESPACIO EN LAS PÁGINAS DE ESTA LIBRETA MORADA.

CRÉDITOS

  • Lugar: Cayena Beach Villa, Santa Marta.
  • Ceremonia: Bodas Simbólicas Enamor.
  • Wedding planner: Mamá y María Andrea, de WIWA eventos.
  • Fotografía: Ana Rincón, de Más que 1000 Palabras.
  • Vestido de la novia: Alado Novias.
  • Zapatos de la novia: INSIGNIA dsgn.
  • Accesorios de la novia: CAPA Joyería.
  • Vestido del novio: Suitsupply.
  • Zapatos del novio: River Island Man.
  • Comida y postres: Cayena Beach Villa.
  • Postres: Cayena Beach Villa.
  • Invitaciones: Los novios.
  • Ramo/yugo: La mamá y la novia.
  • Música: Tonada Baile Cantado.
  • DJ: Deiby García, de Hostal La Brisa Loca, Santa Marta.

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