El mundo podría reducirse a dos mitades: así como se sueña despierto, también hay quienes viven a ojo cerrado. Pero, existe un momento, un accidente feliz como los de cierto pintor, que invita a dos pares de ojos a mirarse, a encontrarse.
CHICO DE BOGOTÁ CONOCE A CHICA DE L.A.
Se conocieron en marzo. Una amiga y socia de Cristina, en Los Ángeles, estaba de cumpleaños y quiso invitarla a la celebración que se haría en Colombia. Esa noche en Andrés Carne de Res, aunque Nicolás también estuvo presente, nunca respiró cerquita de Cristina, no se encontraron mirándose la ropa, los zapatos, los rincones entre pestaña y pestaña.
Dicen por ahí que la vida es de oportunidades, y cuando la fiesta acabó, los amigos de Nicolás decidieron regalarle una: hay alguien que podría gustarte. Las miradas que no coincidieron y las palabras que no se intercambiaron la noche del cumpleaños, tuvieron lugar un viernes. Nico quedó fascinado, las ideas y la belleza de Cris lo animaron a pedirle un beso. Ella no se negó. Al día siguiente, con el guayabo encima, Nico vio un mensaje de Cris en su Facebook: quería verlo de nuevo. Rumbearon, bailaron, y a medida que ellos se movían, los sentimientos empezaban a quedarse quietos.
El domingo, Cris tenía que volver a Estados Unidos y Nicolás la llevó al aeropuerto. Para él todo estaba claro, era un adiós definitivo, tenía la convicción de que ya no se volverían a ver. Cuando regresó a la casa sonó Chachachá, de Jósean Log, y lo que pensó que duraría un fin de semana, lo estiró una canción de tres minutos y medio; semilla de un para siempre que sigue echando raíces hasta ahora. La música tuvo sentido, ambos decidieron que no había motivos para decirse adiós tan pronto y comenzaron una relación a distancia.
Su primer encuentro fue en abril, los dos tenían que ir a San Francisco por trabajo. Todo se sentía bien, conversaban, cada palabra más profunda que la anterior. Los encuentros continuaron y el noviazgo duró cinco años. Cris decidió que los viajes tenían que detenerse, y encontró en Colombia, junto a Nico, un hogar.
THIS IS WHAT WE LIVE FOR
Nico es una persona sólida y firme, cuando quiere hacer algo siempre lo hace. Cris tiene las cosas muy claras, la calidez de sus abrazos es indescriptible, es especial con las personas, siempre saca la mejor versión de ellas y de sí misma. Juntos fluyen en la palabra aventura: escalan nevados, viajan en moto, corren maratones, hacen rappel en cascadas, snowboarding, han surfeado en diferentes países; siempre están moviéndose. Ese movimiento les ha permitido conocerse en la vulnerabilidad, se acompañan los miedos, la falta de aire, y se sostienen cuando el suelo bajo ellos tambalea. De ahí nace su mantra: “This Is What We Live For”. Cris y Nico viven para el sol y para el agua, para los temores del trayecto y las sonrisas suspiradas del final.
Si el amor fuera un trocito de tela, la de ellos llegó con un agujero pequeño: los idiomas. Sin embargo, no tardó en ser remendado; Nico, que domina el inglés, lleva la aguja, y Cris, que ha aprendido con paciencia el español, junta con hilos fuertes e infinitos de nuevas palabras esa distancia. A veces le cuesta construir frases poco complejas, pero cuando se trata de comunicarse con Nicolás, se esfuerza por hacerlo con toda la intención de hacerse entender. Después de todo, se aman en el mismo lenguaje.
FLAWS ARE BEAUTIFUL
Nico empezó a pensar la propuesta durante la pandemia. Primero lo primero: el anillo, sabía que Cris no iba a querer algo normal. Más allá de la forma, la medida o el tamaño, pensó el anillo como símbolo: un contenedor de la fascinación que comparten por la naturaleza, las experiencias y las imperfecciones. La búsqueda concluyó con un diamante sal y pimienta; una piedra que es más carbón que diamante. Como los copos de nieve, como Cris y Nico, no hay uno igual a otro, y su extracción, casi pensada desde el corazón de la pareja, es más amiga de la tierra.
Una mañana de septiembre de 2020, en Palomino hacía un sol delicioso. Cris y Nico se alojaban en el hotel Cayena Beach. Desde las diez, la playa los recibió con tragos y un calor que no duró mucho. Al mediodía los sorprendió la lluvia y se refugiaron en una chocita de la playa. Cristina se envolvió en una hamaca y Nicolás aprovechó la oportunidad para subir por el anillo a la habitación del hotel, le dijo que iría por más cerveza. Minutos después, Cris se asomó por “la puerta” de la hamaca y dijo que sí. Siguió lloviendo, llamaron a todos sus familiares, y se quedaron dormidos.
LA PRIMERA BODA, ALEJO Y GITANA
El cuatro de mayo de 2021 se casaron por lo civil. Celebraron un almuerzo de quince personas. Todo ocurrió durante el paro, en pleno pico de la pandemia, con toque de queda y ley seca. Como todo en esa época, el evento se sintió muy extraño.
Cuando comenzaron a planear la segunda boda, parecía una obligación. El centro de atención eran los invitados: estaban en busca de una mitad; un punto de encuentro entre Colombia y Estados Unidos, una fiesta para los jóvenes y otra para quienes corrían riesgo de enfermarse. Solo cuando hicieron caso a sus propios deseos dieron con Gitana y se enamoraron del concepto, los cautivó la apuesta por la sostenibilidad: nada de pólvora, nada de plásticos, mucha música sin restricciones. Además, la locación era perfecta. Existen en el mundo islas con formas peculiares: la isla Isabela, en Galápagos, se parece a un caballito de mar; la isla de Tavarua en Fiyi imita la forma de un corazón; y la playa de Buritaca, donde se junta el río con el mar y se percibe la Sierra, se parece a Cris y Nico. Los picos nevados más altos del mundo cercanos al mar y la presencia del agua fueron la representación de sus más profundas creencias: “todo es cíclico, somos uno, tenemos que cuidarnos desde las montañas hasta los humanos”.
Luego, llegaron a Alejo, quien ya había organizado el matrimonio de dos de sus amigos. La planeación surgió de una pregunta y una respuesta: ¿Qué quieren? Cris lo tenía claro: no quiero una boda, quiero un festival. En marzo de 2022, Cris asistió a su primer Estéreo Picnic, también fue su primer festival de música. Para ella fue como sumergirse en un mundo distinto, y por eso eligió para la boda esa categoría. No quería nada de los típicos hashtags con los nombres de ambos y ya, quería el Estereocrisnic. No querían excesos, no querían dañar flores, cada cosa en el evento debía tener una intención. Aunque en esta ocasión miraron un poco más hacia adentro, también los movía el anhelo de que los invitados se sintieran cómodos, que fueran ellos mismos en todo momento. Al principio, la gente se preguntaba dónde podría conseguir sus pintas. Sin embargo, todos terminaron emocionándose con el concepto y a la boda llegaron incluso telas especiales de Paraguay y Estados Unidos.
ESTEREOCRISNIC, POR FIN
El primero de octubre de 2022, Cristina y Nicolás se levantaron a hacer ejercicio. La emoción no dejó que Cris pegara el ojo en toda la noche. Tenían los votos escritos y así se quedaron, Cris le confesó a Nico que no podía leer ni en inglés. Él se entregó a la tranquilidad, no había por qué preocuparse, algo se podría hacer.
Toda la mañana se escucharon truenos, los días anteriores habían pasado entre tormentas tropicales, y en el viaje desde Santa Marta a Gitana no paró de llover. Cris y Nico estaban preparados para lo inevitable: cualquier lugar que visitaran siempre los recibía con cielos grises. Sin embargo, Alejo estaba seguro de una cosa; en sus matrimonios nunca llueve. No llovió en la tarde, ni en todo el fin de semana de la boda.
Cuando Nico entró al templo sonó Chachachá, estaba muy emocional, al borde del llanto. Estaba convencido de que Cris, que no oculta sus sentimientos cuando ve a un perrito a los ojos, o con alguna película, también lloraría. Su pronóstico del clima falló, así como el de las lágrimas. Cris llegó caminando al compás de Beyond de Leon Bridges, muerta de la risa. Sus padres no pudieron asistir, pero su hermana, quien la acompañó hasta el templo, le hizo chistes durante todo el camino.
La ceremonia fue oficiada por el Mamo, quien estaba junto a su esposa, un niño, y Juancho, que era el traductor. Pensaron en el día de su nacimiento, qué estaba pasando, cómo era el mundo en esa fecha. Los invitados pusieron pensamientos bonitos sobre las memorias de ese día. Hicieron un ritual hacia el mar y otro con carbón. A partir de ese momento, su unión se llenó de muchos más símbolos: los anillos purificados, unos lazos hermosos para las manos y unas conchitas. Después, vino el instante de los votos. Cris y Nico sabían que nada tenía que ser dicho en voz alta, y se compartieron dos secretos para toda la vida.
Cuando se acabó la ceremonia los novios tuvieron un espacio íntimo en el que les sacaron algunas fotografías, en esas memorias están registradas las dudas más bonitas que trae el amor: ¿esto es real? ¿Esto acaba de pasar?
Todo giró en torno a las canciones, a los ritmos. Como imitando sus mitades, la fiesta tuvo dos Djs: Captain Planet, un vecino de Venice Beach que nunca había ido a Colombia, para los amigos de Cris; y un Dj local, Ariel Waldman, para que no faltara la salsita, uno que otro perreo, la música colombiana. Aguacero, la canción de Captain Planet, fue la única señal de lluvia que inundó la boda, sonó en la hora loca y fue sensacional.
Para la comida, Gitana tuvo un reto: nunca habían atendido un festival. Después de algunas pruebas, se logró lo que Nico y Cris querían: plátanos con queso costeño, mazorca, tacos, muchísimos pasabocas y nada de cenas formales para sentarse.
Se dice que, para apreciar la belleza de una obra de arte, siempre se debe ver de dónde viene la luz. El papá de Nico recuerda todas las sensaciones que le dejó el contraste entre las luces fosforescentes del festival y los colores del atardecer. Todo fue bello porque todo fue luz: el cambio de look de Cris, que prefiere tres mil veces un pantalón antes que usar un vestido; sus aretes; el kimono y el traje de Nico; las gafas que llevaron los invitados de Cris; las máscaras que hizo Alejo.
Hoy, en la casa de Cris y Nico, descansa la misma luz que sostuvo a la playa, y anclados a la pared, se pueden ver las luces del Estereocrisnic, el letrero de Boom Boom, los cascos que les hizo Alejo, y un corazón atravesado por un rayo.
Cris y Nico: cuando vuelva la lluvia, sigan encontrando maneras imperfectas de encajar para escamparse.
No quería nada de los típicos hashtags con los nombres de ambos y ya, quería el Estereocrisnic
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