Un día recibió la llamada que cambiaría su rumbo. Una compañera de la universidad la llamó a contarle que le habían propuesto matrimonio. En esta charla de amigas, esas en que se cuentan con emoción cada detalle, María José recibió también la propuesta de ayudarle a organizar la fiesta. Antes de esa conversación, Majo, había hecho cuatro matrimonios grandes; uno de ellos en tiempo récord de quince días y además un concierto de Martín Elías.

Sin embargo, fue esa llamada la que marcó el inicio de algo que no era nuevo en su vida, que siempre estuvo dentro de ella, pero que nunca imaginó que terminaría haciendo profesionalmente. Esa llamada fue el inicio de su verdadera pasión. El inicio de días muy felices; de conversar con parejas enamoradas, de reunirse en cafecitos diferentes, de acompañar, de saber escuchar, de proponer, de conocer proveedores, de dirigirlos, de imprimir planos de muchos lugares para saber la ubicación exacta de todo, de hacer un derrotero minuto a minuto indicando lo que pasaría en la fiesta, de certificarse como wedding planner con el instituto uruguayo INIBEP, de convertirse en lo que siempre quiso ser.

Ese amor que estaba esperándola, la convertiría en lo que su interior anhelaba: en la cómplice para buscar el vestido de esa novia ilusionada a la que la vida le robó a la mamá antes de tiempo, en la confidente que estaría conectada 24/7 para hablar de todo y de nada, en la amiga que se encargaría de hacer lo que fuera para que ambos estén tranquilos; incluso un asado (días antes del matrimonio) en su casa y con su esposo de anfitrión.

Sí, ese hobby le regaló lo que inconscientemente soñaba y ahora, conscientemente construye. Sí, ese hobby se transformó en su trabajo, en su día a día, en su huella en el mundo, en sus pensamientos, en su corazón. Ese hobby se convirtió en su forma de ver el mundo, en su sello y marca personal. Ese hobby ahora se llama MAJO: planeadora de bodas y eventos y tiene como logo, por supuesto, un elefante.