Sylvana + Alejandro

Villa de Leyva. Un matrimonio campestre, con parrillada. Los novios más pacientes, prácticos, tranquilos y emocionados. Una celebración íntima, muy a su gusto, entre amigos que también eran proveedores. Bonito ver cómo personas a las que no conoces, pero les tienes cariño, se casan, son muy felices y aceptan compartir su historia en esta Libreta morada. A la que han apoyado siempre.

La Sylvana de las redes sociales es divertida, espontánea, amiguera, trabajadora incansable. Sencilla, sin pretensiones de nada. Madruga a hacer ejercicio, cocina rico, le gustan los gatos, es periodista y todos los domingos, mientras ustedes y yo vemos películas o dormimos, ella presenta un programa de radio en La X Bogotá. Porque también es locutora. La Sylvana de la vida real es igualita y su matri refleja cada detalle de su personalidad.

De la de ella y de la de Alejandro, porque aunque él es de Millonarios y ella del Cali, los une la fiesta, la felicidad, la música, el arte y un amor muy bonito. Fueron equipo durante toda la organización del matrimonio y tomaron decisiones importantes juntos, de esas que se alivianan cuando se comparten. Como no contratar wedding planner o posponer el matri porque al momento de dar el anticipo para separar el lugar, se dieron cuenta de que no tenían toda la plata. Era mejor hacerlo después, con calma, a su regreso de Boston (se fueron a estudiar un tiempo). Y valió la pena.

“Queríamos que fuera sencillo, cozy. Los que nos conocen saben que somos súper frescos, relajados y no nos complicamos mucho. Todo eso se vio reflejado. Yo quería muchas luces y tenía claro que no quería flores, por eso busqué velas, frascos y piedras para decorar las mesas. La carpa tuvo luces en el techo y al final el sitio nos ayudó muchísimo, porque era un gran jardín, entonces no había necesidad de poner mucho más. Fue una decoración sencilla pero ecléctica, sin una paleta especifica de colores. La vajilla de El Carmen de Viboral jugó un papel importante y era el centro de atención de la mesa. Como no hubo flores, jugamos con algunas cosas para que estuvieran presentes, como que los vestidos de las madrinas fueran con estampados florales”.

¡Se casaron en Villa de Leyva! (muchos corazones morados para este pueblo lleno de magia). Al aire libre, con un cielo azul y una montaña de fondo. Sylvana estaba di-vi-na, con un vestido de Grace Loves Lace, un ramo de flores soñado y un peinado que le quedaba espectacular. Detrás de cada elección hay una anécdota.

“Carolina, mi hermana, ya me había dicho que su regalo sería el vestido. Era cuestión de encontrarlo. Una de mis madrinas me recomendó seguir en Instagram a Grace Loves Lace y me enamoré de la marca. Sus vestidos eran tal cual lo que yo quería: cómodos, pero sin perder la elegancia, como hippie chic. Cuando publicaron el que compré dije, “quiero ese”. La libreta morada (que estaba de viaje en Australia) me ayudó diciéndome si la calidad de la tela era buena, quería confirmar que no me fuera a llegar una cosa horrible. El servicio con ellos fue espectacular, están muy pendientes de todo lo que uno necesita. Carolina fue la que realmente se lo midió jajajajaja. Ella estaba en Los Ángeles y allá hay una boutique, entonces fue, se lo puso, también vio la calidad de la tela, me reafirmó que sí era divino y con eso tomé la decisión. No me arrepiento, el vestido me quedó perfecto, no tuve que mandarlo a arreglar. Era para mí. La forma, el encaje, la caída, no sabes la comodidad. Era todo lo que yo esperaba y soñaba”.

“El ramo y las flores de mi cabeza las hizo el mejor amigo Carolina, que es un teso y tiene una de las empresas de decoración más divinas del país. Entonces fui muy consentida, él se fajó y lo hizo tal cual yo quería. Fue una de las cosas más lindas del matrimonio, debo decirlo. En cuanto al peinado, vimos algunos recogidos, pero la verdad me veía aseñorada y eso jamás, entonces salimos con la idea de ponerlo a un lado, con las ondas y pegaba muy bien con el corte del vestido”.

Los nervios perdieron la batalla con la emoción y Sylvana se ganó el premio a la novia más tranquila, dicho por ella misma. Quizás por eso, cuando le preguntan por una descripción de ese día dice que fue “un matrimonio feliz. Cada una de las personas que estaba ahí era importante para nosotros. Bailamos, nos reímos, nos abrazamos. Todos eran especiales”. A ella y a Alejandro, muchísimas gracias por compartir su historia en esta Libreta morada y permitir que muchas novias se inspiren. Desde Medellín hasta Bogotá, un solo deseo: que sigan tomando té y bailando Cali Pachanguero hasta viejitos.

Les dejamos las fotos, más detalles del matri y un video testigo del rumbononón.

COMIDA Y POSTRES

“Con la comida fuimos realmente prácticos. Como era un matrimonio campestre decidimos dar una parrillada: carne, morcilla, chorizo, plátano, papa, verduras a la parrilla (lo más rico), un buen guacamole y ají. No hubo vino, tanto en el coctel como en la comida ofrecimos sangría.

No queríamos torta, entonces se me ocurrió hacer un candy bar. Algodón de azúcar, chocolatinas, Airheads, Smarties, pintalenguas, Rainbow Sticks. Apelamos a la nostalgia y fue un éxito total”.

MÚSICA / HORA LOCA

“Con la fiesta teníamos mucha ilusión y al mismo tiempo mucha presión, porque somos muy rumberos y la gente tenía las expectativas muy altas. El video y el DJ llegaron por mi mejor amiga y por Natalia, mi otra hermana, que ya se casó. Y como una novia nunca miente con sus recomendaciones, iba a la fija con ambos. El resultado fue perfecto.

Nos sentamos con el DJ y le dijimos todo lo que queríamos. Desde la canción de entrada hasta el último reguetón que bailamos jajajaja. Yo entré con “Sorprenderte”, de Fonseca. Se la había dedicado a Alejandro cuando apenas estábamos comenzando y la letra me pareció esa promesa linda de matrimonio. Él entró con “One Love”, de Bob Marley. Decidimos escoger canciones muy nuestras, por eso al salir pusimos “La vuelta al mundo”, de Calle 13. Esta iba a ser la del primer baile, pero la cambiamos porque un día escuché “Tú sí sabes quererme”, de Natalia LaFourcade, se la mandé a Alejandro para dedicársela cursimente y él mismo me dijo: “Oye, yo quiero que bailemos esta”. Y así fue.

Al principio pusimos música para bailar en pareja (merengue, salsa). Luego, sin pensarlo, puro reguetón jajajaja. ¡El Dj fue maravilloso! Logramos equilibrar la playlist y que los invitados brincaran cantando "Mr. Brightside" (uno de los mejores momentos de la noche). Para la hora loca decidimos comprar flotadores, balones de piscina y gafas de nadar… lo habíamos visto en otro matrimonio y sin pensarlo lo copiamos, fue un HIT. La gente estaba fe-liz, brincaban, se chocaban”.

INVITACIONES / ARGOLLAS

"Yo no quería marcar tan protocolariamente fulanito y señora, pero Alejandro sí quería que pusiéramos nombres y apellidos. Finalmente, puse en casi todas las invitaciones a las mujeres primero y fue un gesto que a muchas les gustó. Yo creo que nunca las habían puesto primero que a los esposos. Vivi, mi amiga, tiene un proyecto muy lindo de invitaciones y joyería y, obviamente, fue la encargada de hacer toda la papelería y nuestras argollas”.

DECORACIÓN

“La decoración la hice yo. Mi mamá fue la que me ayudó a conseguir todo, es una dura en manualidades entonces tenía claro dónde conseguir cada una de las cosas que necesitaba. Utilizamos frascos transparentes de mermelada y compota, adentro pusimos unas piedras blancas y otras beige, con velas de diferentes tamaños. Como la vajilla era de El Carmen de Viboral, no era necesario poner mucho más”.

EL TRAJE DEL NOVIO

“Alejandro pidió cita para mandarlo a hacer, pero luego le dio por ir a ver vestidos ya hechos. Fue de tienda en tienda, pero no le gustaba nada. Seguía la opción de mandarlo a hacer, pero un día hablando dijimos: “¿Y si probamos en Arturo Calle? Hasta el Presidente se viste con ropa de allá…”. Fue con la mamá y, efectivamente, encontró su suit muy lindo, de la línea italiana que muchos ni saben que existe. El corbatín y el pañuelo se los ayudé a escoger yo, los compramos en Soloio. Se fue de arriesgado con corbatín de puntos y pañuelo de flores”.

CEREMONIA

“Tuvimos claro que no queríamos que fuera una ceremonia católica. Alejandro es ateo y yo siempre había querido que uno mis hermanos, que es ministro en una iglesia de Estados Unidos, nos casara. Fue un momento divino porque además de la magia del lugar, que fue espectacular, se veía la montaña prefecta y nos hizo una tarde muy bonita. A mí me entró mi hermano mayor, que es como mi papá, entonces que tus hermanos hombres hayan estado involucrados lo hizo mágico. Tuvimos también las arras de mi abuela, ella las usó en su matrimonio hace 70 años. Fue lindo tenerla ahí de alguna manera”.

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ZAPATOS

“Me los hizo también mi hermana Carolina, que tiene una marca de zapatos. Fueron de tacón corrido con suela de yute, el print de la tela era rosado con azul, y de amarrar al tobillo. Comodísimos y no tan convencionales”.

UN CONSEJO

“Hacer todo juntos, como pareja. Si van a tener ayuda de papás hay que tener claro que es el día de ustedes, no de ellos. Si hay presupuesto para una wedding planner, ¡háganlo! Es posible hacerlo uno mismo, pero el cansancio es pesado”.

UN ERROR PARA NO REPETIR

“Yo pensé que no tenía que cortar el vestido de largo, se veía perfecto, pero al momento de la fiesta me tocó amarrarlo. Creo que a todas nos pasa, pero en mi caso fue por terca y no cortarlo”.

CRÉDITOS

  • Locación: Casona San Nicolás 
  • Fotografía: Andrés Alvarado para Efeunodos
  • Video: Love Videography
  • Vestido de la novia: Grace Loves Lace

  • Maquillaje y peinado: Alejandro Romero 
  • Zapatos de la novia: Jutes by Japy Crafts
  • Traje y zapatos del novio: Arturo Calle
  • Invitaciones y papelería: Tres Plumas Taller 
  • Catering: O' Clock
  • Ramo: Grupo Imaginario
  • Música: DJ Andrés Ortiz
  • Anillos: Tres Plumas Taller 

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