La historia de este matrimonio parece salida de uno de esos libros ilustrados que Susi tiene en su librería 9 ¾. Su magia se descubre en los detalles, cada uno como una página trazada con su toque personal. Detalles con la intención de no complacer a nadie más que a ellos mismos. Una celebración auténtica, eso querían. Y no estresarse, confiesa ella, solo disfrutar cada instante.

En Julián Posada encontró un cómplice que supo interpretar su personalidad, su estilo. Como bocetos, en esas primeras conversaciones surgió una idea recurrente, que fue el punto de partida para toda la propuesta: el bosque, como inspiración. “Quería que tuviera muuuuuchas flores y animales, porque me encantan. Quería, sí o sí, un lago, un lugar campestre”. Casa Vieja, en Juanito Laguna, El Retiro, fue el escenario elegido para la celebración.

Ciervos, liebres, ardillas, zorros y osos. Estos habitantes del bosque, ilustrados por su mejor amiga –con cierto aire enciclopédico–, estuvieron presentes en las tarjetas del menú y las invitaciones. “El animal principal es un oso grizzly. David es ‘mi oso grizzly’ y yo soy una osa de anteojos jajajaja… La mayoría de los invitados no lo sabían, pero para nosotros era importante que el matrimonio tuviera toda la simbología”.

Casarse de día, a las 10 de la mañana, y celebrar con un brunch, fue otra apuesta salida del libreto. “Siempre quise casarme con un brunch. No soy de fiestas ni de hora loca. Lo que más disfruto del día es el desayuno, incluso es mi parte preferida de viajar, el desayuno del hotel. Afortunadamente, David piensa igual”. Esta decisión, cuenta Julián, permitió servir frutas, helados, huevos y muchas otras cosas que usualmente no se elaboran para un menú nocturno. “Desarrollamos muchos productos con María Adelaida Moreno y su equipo de La Provincia. La verdad resultó creativo y muy conectado con el tema, pues recibimos con un ‘paisaje de frutas del bosque’ y cerramos la tarde con una ‘minestrone del campo’”.

La decoración fue igual de especial. Y muy personal, porque todas las flores las sacaron del cultivo de la familia de David. Con ellas –la especie boca de dragón–, Julián Posada diseñó un gran elemento central. “Actuaba como un ‘chandelier’ natural y hacía las veces de punto focal para enfatizar la importancia de las mesas en las cuales estaba dispuesto el menú”.

O un diseño estilo vintage, tipo Laure de Sagazan, o algo muy, muy, muy sencillo, era el deseo de Susi para su vestido de novia. “David ODIA los encajes y la idea era que a él también le gustara mi elección. Entonces me fui por la segunda opción, un vestido muy básico. Siempre supe que quería que fuera manga larga, siempre supe que no quería nada con mucho volumen”. Siempre quiso, también, acompañarlo con flores en su peinado y un maquillaje muy natural. Y así fue.

Aunque le encantan la lluvia y los días fríos, los seis meses de planeación rogó por un día bonito para su matrimonio. La ceremonia fue en un aguacero, pero ni eso le borró la sonrisa. “Me encantó porque le dio un toque romántico y acogedor. En Juanito Laguna escampó y durante casi una hora hizo un solazo, perfecto porque la gente pudo estar afuera y disfrutar del paisaje”.

Una mañana lluviosa, una tarde fresca. Un lago y un bosque “imaginario”. Osos, zorros, liebres y otros animalitos ilustrados rondando. Flores, muchas. Música, en todo momento: sinfónica, acústica, tropical. Un brunch para reunir, un helado para sonreír. A Susi y a David mil gracias por compartirnos la historia de un día con magia. Una historia que continúa, en imágenes; que cuesta ponerle punto final.